Oficina bancaria cerrada
Foto: Diario SUR
La España vaciada que viene
JOSÉ BECERRA
En la ultima confrontación electoral, que ya es historia, no hubo partido en liza para obtener el poder, que no esgrimiera sus intenciones de ofrecer a la ciudadanía de los pueblo del interior que languidecen a ojos vista, soluciones al canto. Admitieron que se debatían en la soledad y en el oprobio más evidente, y ofrecieron tenderles la mano para hacerles salir de ese marasmo en el que se debaten y que viniera a sacarles del impasse opresivo desde luengos años atrás. En lo que se ya se conoce como la España vaciada, esgrimieron a sus moradores una retahíla de soluciones, todas en el aire y sin consistencia, como se vio enseguida, y dando por sentado que tratarían pronto y sin dilación. Si no para terminar con sus carencias y zozobras, por lo menos aminorarlas, ofreciendo remedios para hacer frente en lo posible a tamaño oprobio que los vaciaba de gente en la proporción de merecer el epíteto de la España irredenta.
El gozo en un pozo. La carencia de servicios capaces de dotar a las poblaciones del interior de todo aquello que hace la vida, si no más placentera y bonancible, al menos con alicientes que no empujen a sus moradores a abandonarlas más pronto que tarde, subsisten, y no solo no se llevan a cabo modos para eliminarlos, sino de que se acrecientan a ojos vista.
Entre las consecuencia de esta impronta que viene a autentificar el dicho cierto el dicho de la España vaciada se manifiesta en grado sumo en quienes viven en pueblos que tratan de huir de ellos por muchas razones. Entre ellas, no es la menor la de que se han quedado sin sucursales bancarias, y por ende, de cajeros automáticos , lo que les condena a no disponer de sus emolumentos si no es desplazando a la ciudades mas populosas de su entorno. Algo que no tiene por menos que incidir en una quiebra de las oportunidades que otros gozan sin tasa, y que perturban la permanencia de comercios asentados en esas zonas a las que ahora se les niega un derecho que les fue consuetudinario.
Importa hacer constar que el PSOE malagueño ha puesto el dedo en la llega en lo que concierne a este asunto de la desbandada de entidades bancarias en la provincia, propugnando la instalación de cajeros automáticos en los pueblos a los que les dieron las espaldas poniendo pies en polvorosa y cerrando sus oficinas a cal y canto. Se evitaría así que en la provincia se constatase la existencia de ciudadanos con menoscabo en sus intereses, caso de los pueblos de Alpandeire, Atajate, Faraján o Parauta por mencionar solo algunos de los que acuna la Serranía de Ronda, condenados a una injusta exclusión financiera, amén de otros que vienen a constatar sin paliativos la existencia de ciudadanos de primera y segunda, algo inconcebible por muchos, y no solo por los afectados.
Por esta razón, quienes se agrupan en torno a la defensa de la España vaciada han dejado claro que están de más en sus propuestas la presencia de políticos o sindicalistas, que indudablemente arrimarían el ascua partidaria a su sardina. Para clamar por sus reivindicaciones se bastan por sí solos. Servicios sociales suficientes orientados a la mejora del bienestar general, dinamización económica, comunicaciones, sanidad, empleo y fiscalidad apropiada es lo que se reclama a voz en grito para igualarse con el resto de las comarcas que no sufren de las faltas de estas prebendas. Más razón que a un santo asiste a quienes vives pegados al terruño en zonas de la España vaciada y abatida que viene, y que se abre paso cada día ante la indiferencia de quienes podrían si no evitarla, sí mitigar la desbandada de su gente a diestro y siniestro.