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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Alcaldes temerosos

Resulta lógico que los habitantes de ciudades populosas, caso de Málaga que es la que cogemos más cerca, hayan puestos sus miras en los pueblos de interior, todos con escasa densidad de población. Arrastraban malquerencias y cosecharon vituperios, pero he aqui, que sin proponérselo, se encuentran en el punto de mira de quienes, habitando en una ciudad populosa, intentan volver, siquiera sea por vacaciones, a pequeñas poblaciones perdidas en el interior, huyendo de la quema, o sea del malhadado virus que asola a las ciudades de abolengo cercanas. Buscan en estos rincones apartados la tranquilidad y paz que ahora les niegan las grandes urbes. De “golpe y porrazo”, nunca mejor empleado el popular dicho, han visto que los pueblos deperdigados por la provincia son un remanso de paz y bienestar, y que se muestran ahora más que nunca añorados para senrtirse sanos y seguros. La terrorífica pandemia ha hecho que confluyan en ellos las miradas de quienes, con razón, ahora despotrican de la ciudad y añoran una vida que se tenía a dos pasos pero que se ignoraba y se despreciaba con con no poca displicencia.
Pero he aquí que, como no podía ser de otra manera, los alcaldes respectivos de estos pueblos injustamente considerados como de poca monta, no han tenido por menos que mostrar su inquietud ante el trasvase humano que se teme, y vengan aquí a sentar sus reales quienes huyen de la quema del vacilo asesino, y hasta aquí lo transporten. Y así lo manifiestan, seguros de que la razón les asiste.
Permenecen los alcaldes pueblerinos con la mosca tras la oreja, y así no han dudado en afirmarlo. Sobre todo porque no han tenido por menos que mostrarse cautos, e inciden en la necesidad de que se sigan observando al pie de la letra las indicaciones emanadas de las autoridades médicas y estatales, en lo que se refiere a una pronta desescalada que no dudan en afirmar que podría ser en pequeñas poblaciones altamente peligrosa.

En los pueblos que circundan a Ronda, así como los que hacen lo propio en el territorio de la Axarquía, el temible virus pasó de largo; pero es de temer que el desembarco de gente procedente de ciudades vengan a quebrar esta situación de la que sus respetivos alcaldes se congratulan. Así que no tienen por menos extremar las preocupaciones, tratando de convencer de antemano a quienes piensen trasladarse a estas demarcaciones del interior que se encontrarán con un valladar aquellos que piensen que por estos lugares tendrán manga ancha para hacer lo que les venga en ganas y plazca. Los regidores se vienen mostrando claros e intransigentes con comportamientos que puedan atentar contra la salud de quienes en ellos confían.

No son pocos los regidores locales que han mostrado su malestar ante una medida de distensión
decretada desde órganos políticos superiores que no tienen por menos que aceptar, pero que no dudan en manifestar sus dudas sobre las consecuencias que puede producir en la vecindad habitual. La misma que venía aceptando las normas emanadas desde instancias superiores y que se ejercieron de manera rigurosa, aún a sabiendas que en buena parte de estos pueblos de escasa identidad no se declararon, como digo, casos luctuosos. Hay quienes muestran su desazón por esa “vuelta a la normalidad” conscientes de que muy bien se pudiera perder la tranquilidad de la que han venido disfrutando la vecindad.

Buena parte de aquéllos en los que recae la misión de regir, bajo los signos de diferentes partidos políticos, los destinos de los pueblos que en su día les eligieron para llevar a cabo esa labor muestran suspicacias, y no ven otra salidad que ir paso a paso y con seguridad a través de lo que el maléfico virus ha creado: temen que puede sobrevolar lugares que hasta ahora se libraron del mortal acoso que viene ejerciendo por doquier y se asiente en sitios que hasta ahora se muestran indennes a su acoso.Bares y otros lugares de recreo en donde guardar las distancias exigidas no sea posible, pueden esperar a una mejor ocasión, que todo prece indicar que se encuetra próxima. ¡Dios lo quiera! “Despacio y buena letra”, aconseja el sabio dicho, y que ahora hacen suyo quienes rigen los derroteros sin trabas de las distintas demarcaciones, abogando por la integridad física de sus convecinos.

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Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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