La carta que el alcalde de Benaoján, Paco Gómez(APB), hizo pública semanas atrás en la que ponía de relieve las deficiencias observadas en el Hospital Comarcal de Ronda, no parece que haya producido efectos inmediatos. Por lo menos no tenemos noticias de ello. Antes bien, mucho es de temer que las cosas sigan un derrotero incierto en cuanto a los defectos de bulto sobre los que dirigió sus diatribas y que el regidor reconoció como efectos directos que la política de recortes drásticos llevados a cabo por la Junta está ocasionando en los miles de personas que se ven obligadas a acudir al centro (Ronda y la Serranía) y que pueden repercutir en la atención dispensada.
Vaya por delante que el primer edil benaojano ensalza la labor del personal sanitario y administrativo, algo que se pone en evidencia pese a la escasez de medios económicos, lo que hace que sus actuaciones resulten más meritorias si cabe. Pero no dudaba en poner de relieve el deterioro manifiesto de las instalaciones, como es el caso de los sillones en las salas destinadas a la espera por parte de los familiares de los enfermos ingresados, amén del ambiente poco acogedor que ofrecen, y que se hacen patentes más si cabe en los días gélidos que Ronda viene sufriendo en estos días.
Tampoco el personal celador escapó a sus críticas: juzga que, en buena medida, carecen de la experiencia adecuada,ya que engrosan este personal “recurriendo a becarios o estudiantes”, como de manera fidedigna apunta en el caso de la atención debida a un familiar muy próximo. Por último hizo hincapié en la promesa en la era del presidente Chaves del nuevo hospital. Una obra inconclusa que ofrece a la vista la inutilidad del empeño de los rondeños en lograr una sanidad de calidad en un ámbito adecuado.