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José Becerra

La provincia a vuelapluma

Versos melancólicos

Se reafirma el otoño pese a que los calores se aferran como la hiedra al tronco tanto cerca del mar como de la montaña. Una terquedad que solo será de días: amanece más tarde y la noche aligera su paso para salirnos al encuentro. Días cortos y tardes insípidas: el ánimo de alicorta y todo a nuestro alrededor muestra repentinamente un cariz más sombrío, como desalentador. Son días para la melancolía o el recuerdo. Husmeando entre mis papeles me encuentro algunos versos que en su día pergeñé pero que permanecieron olvidados luengos años. Desempolvados los iré dando a luz por si algún lector juzga perder unos instantes en su lectura, que ahora es tiempo para volver con el recuerdo a tiempos pretéritos.

 

GOYESCA Y ANTONIO ORDÓÑEZ

RONDA toda es un único hervor,

y el sol casas señoriales blanquea.

En la calle una beldad  coquetea

¡ Sus ojos verdes van pidiendo amor ¡

Vino, toros, mujeres: esplendor.

Un mozo pinturero donjuanea,

a lomos de un cuatralbo  al que espolea.

La feria septembrina es  puro hervor.

En la plaza que un rey Borbón dejó hecha,

Tres famosos diestros se han saludado

La muerte en los toriles acecha.

Del tendido  alguien un suspiro ha lanzado,

una oración sube como una endecha

por el gran maestro jamás olvidado.

 

 

LA SERRANÍA, SIEMPRE

No sobrecogen las abruptas sierras

ni desaniman los tortuosos bosques.

Las laderas pedregosas  alientan

a mil seres que perviven y mueren.

Siempre ha sido así, lo fue y se mantiene.

Antes campearon  los bandoleros

Los que marcaron el mal en sus mientes,

y los próvidos que todo lo dieron.

Jacos con contrabandistas valientes

de Gibraltar portaron el tabaco,

a trote fiero o con  pasos silentes

por atajos, veredas y altozanos.

Sobre sus cúspides vuelan rapaces,

el cóndor y los buitres leonados,

saltan  ágiles  cabras montaraces

y el lince de vivaces ojos pardos.

La Serranía de Ronda agreste y brava,

Cielo azul sobre fríos  altozanos.

 

CUEVA DEL GATO

Mediodía. El sol en todo lo alto.

En la fría profundidad del charco

desbandada de peces, plata huidiza,

como leves palomas asustadas.

Bochorno, quebró la brisa en la jara,

y el silencio roto por el murmullo

de la catarata y su burbujeo.

Desnudo,  respiré la infinitud

con la delectación de un dios pagano.

En mí mismo la plenitud del día.

La Creación había empezado.

Rompió mi cuerpo el espejo del agua.

 

 

Un sitio donde hablamos de cosas de Málaga y la provincia

Sobre el autor

Nacido en Benaoján, 1941. Licenciado en Lengua y Literatura Española por la UNED. Autor de varios libros. Corresponsal de SUR en la comarca de Ronda durante muchos años.


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