Causa estupor, cuando no rabia, comprobar cómo los precios en 2011 de las frutas y hortalizas o sea, los productos del campo mantienen una diferencia abismal entre lo que cuestan al pie del terruño y lo que nos hacen pagar por ellos en el momento de adquirirlos para llenar con ellos la cesta de la compra cotidiana. Lo pone de manifiesto el último Índice de Precios en Origen de Destino(IPOD, para los allegados).
Las organizaciones de agricultores y consumidores, incluidos los de la provincia de Málaga, acaban de poner el grito en el cielo – y no es metáfora ni hipérbole – al subrayar que la diferencia en el pasado años entre origen y destino fue más allá del 500%. Una barbaridad se mire por donde mire. Pero vayamos al detalle. Los productos a los que hemos echar mano cada día para el refrito del guiso indispensable como las cebollas, los pimientos, las cebollas y las patatas o aquellos a los que recurrimos para disfrutar de un postre sano como el plátano y la naranja lo cargaron las empresas revendedoras en sus medios de transporte un 50% más barato que hace un año.
“La agricultura, para un hombre honorable y de alto espíritu, es la mejor de todas las ocupaciones y artes por medio de las cuales un hombre puede procurarse el sustento”. Lo dijo Jenofonte 350 años a. C. Están imbuido de ello los agricultores- sudor y lágrimas- de nuestros campos andaluces y malagueños. El comercio aumenta la riqueza, pero la fuerza de un pueblo creemos que hay que buscarla en el cultivo de la tierra.¿Haremos caso a eso? Más nos vale.