Trabajo allende fronteras
Trabajar en el extranjero es una opción que gana adeptos por días. En décadas pasados se resolvieron angustiosas situaciones económicas de un número inmenso de familias, sobre todo andaluzas, desertizando campos y vaciando pueblos, es verdad. Pero ahora vuelve a adquirir actualidad por mor de los tiempos difíciles que corren.
Randstad, una empresa de recursos humanos, en un estudio exhaustivo sobre movilidad laboral, anunciaba días atrás que mas de la mitad de los parados españoles – calculen, 2 millones y medios de los que están brazo sobre brazo – aceptarían con jubilo un puesto de trabajo en el extranjero, sobre todo los jóvenes y desocupados de mediana edad.
Y como ocurrió antes son los andaluces quienes con el más alto porcentaje estarían dispuestos a marcharse, precisamente los mas golpeados por los zarpazos de la crisis actual, sin poner reparos al lugar de destino, siempre que en este se le redima de la angustiosa situación en que se debaten. Y nos consta que en la provincia de Málaga contemplan con agrado esta posibilidad.
Corren nuevos tiempos, eso es innegable. Y a la conciencia que se deriva de la globalización en la que nos encontramos inmersos, se une la certidumbre de que se han eliminados barreras y el desarraigo concomitante a la emigración muestra un cariz menos sombrío. Existe una mentalidad distinta a la de los años 60.
Vivir y trabajar en lugares distintos al del nacimiento, que hoy no asusta a casi nadie, podría ser una solución para equilibrar nuestras cifras de paro tan alarmantemente elevadas.