En esta barahúnda política en la que nos hallamos sumergidos en aras de la sacrosanta democracia y su reflejo más fiel que son las elecciones y los ditirambos de los que aspiran a conseguir el beneplácito de los votantes se escuchan afirmaciones que dejan a uno como dicen en mi tierra “con las patas colgando” de puro asombro. Aparte de las promesas que parecen derramar como lluvia benéfica sobre quienes siguen sus peroratas extasiados y que aplauden a rabiar, se cuelan expresiones que dejan muy a las claras la catadura de quienes las pronuncian.

Y esta palabrería vana e insustancial la hacen suya la mayor parte de los políticos en liza sin distinción de signo o de siglas a las que representan. Lo último de este desmadre de palabrería cuasi ofensiva es la aseveración formulada por Albert Ribera,líder Ciudadanos, el cual vino a decir poco más o menos que “ la regeneración de España tiene que venir de manos de quienes nacieron después de 1978, o sea, la fecha en la que se consagró nuestra Constitución”, y se quedó el hombre tan pancho.

De un plumazo nos arrumbó del proceso regenerador del país a los que ya pasamos de los 40 años. Olvida este político, el cual hasta caía bien por lo avanzado de sus ideales y las maneras de exponerlas, amén de otras aspiraciones que bien merecían el aplauso, que los que ya pasamos con creces de esa edad que

él pone en línea roja vivimos los procelosos años de la posguerra civil y nos imbuimos del espíritu de la Transición política colaboramos, cada uno con su trabajo o la participación en movimientos ciudadanos, en la reconstrucción económica y social del país.

Y lo que es más importantes, que los que ya columbramos edades que pasaron con creces del medio siglo seguimos aportando nuestro granito de arena para que las generaciones futuras encuentren un panorama menos desolador del que a nosotros nos tocó vivir, ya sea en la política, ya en el oscuro trabajo de cada día.