Todavía no se han apagado los ecos de los últimos comicios con su bullanguero ir y venir de votantes y ya empezamos con los dislates de quienes fueron sus protagonistas, a saber, los políticos que se jugaban mucho en la porfía. Unidos Podemos, que se dio un memorable batacazo, rechaza cualquier aproximación con Rivera, el cual tampoco salió muy airoso de la conquista, pero que ya se apresura a dar por hecho que a Rajoy ni por asomo le va a tender la mano para que gobierne, despreciando olímpicamente a los casi ocho millones que sí lo hicieron. En cuanto al PSOE hora es ya que aparque su rechazo visceral al PP y en concreto a su presidente y se avenga a dirigir la oposición abandonando personalismos que agraven aún más la trayectoria actual de su partido que no vive ni por asomo sus mejores momentos.
Hablaron las urnas y lo hicieron con claridad meridiana y sin ambages para que no haya lugar a dudas ni tergiversaciones. El Partido Popular ganó las elecciones con margen suficiente como para que no se le discuta la presidencia del partido tanto desde dentro (que hubo voces de disidentes, eso sí solapadas) como desde fuera. Tampoco parece posible que se pongan en entredicho(números cantan) su aspiración a la presidencia del Gobierno. Ha ganado en buena lid y sería sensato que así lo reconocieran sus adversarios. La mancha azul, distintiva del PP, se extendió por Andalucía, incluida la provincia de Málaga,en cuyos pueblos de mayor o menor enjundia cosechó mayor número de votos.
Lo que ahora toca es que los restantes partidos que le negaron el pan y el agua e hicieron imposible el entendimiento, una actitud de muy dudosa legitimidad por cierto, depongan ahora sus diatribas y arrimen el hombro para que la infumable situación que se ha vivido toque a su fin. Entre otras cosas porque el país lo necesita más pronto que tarde dado los acontecimientos económicos y sociales que nos embargan y que se acrecientan ahora con las turbulencias llegadas desde allende fronteras y que nos afectarán sin la menor duda, y que no hace falta que se incida en ellas por estar en la mente de todos.
Se imponen los pactos. Y todos están obligados a dar su brazo a torcer, que es lo que decimos los malagueños aldeanos cuando se impone la razón a los empecinados pareceres. Toca facilitar las cosas al PP, que ganó con contundencia los comicios y no vale enrocarse de nuevo haciendo imposible una salida del impasse que hemos tenido que soportar durante meses y que venía obrando en detrimento de la estabilidad del país.
No ha lugar para que se siga con la pretensión de acoso y derribo al PP de Rajoy cuando es el pueblo el que, sometido a fijar sus preferencias, ha consentido en mayoría a que siga gobernando. Hablaron las urnas, no hagan oídos sordos a su claro y contundente veredicto. Que los Sánchez, Iglesias y Rivera, se guarden sus malquerencias para otra ocasión. Por el bien de todos. Llegada es la hora de entenderse.