Los pensionistas en un brete
JOSÉ BECERRA-GÓMEZ
Asusta con la rotundidad que se viene afirmando en los últimos días que en el plazo de un año mal contado –Diciembre de 2017, para ser más exacto – se habrá agotado el fondo de las huchas de las pensiones. En otras palabras más crudas e hirientes, que cobraremos la paga extra de Navidad de este año que ha iniciado su recta final hacia el ocaso, pero que no se sabe si la próxima vendrá a aliviar nuestros maltrechos bolsillos de pensionistas. Se nos ha cuajado la sangre en el cuerpo al oír tamaña afirmación, que los que ya superamos la barrera, y con creces, de los 65 años, no estamos para esos disgustos. Puede que sea una exageración o un aviso a navegantes para que los políticos se avengan a crear consensos y entendimientos y no prosigan su feroz lucha de degüello al contrario que es el panorama maquiavélico que nos vienen ofreciendo en estos últimos tiempos.
Lo cierto es que ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, ha venido a decir dándolo por sentado, que el modelo del sistema de pensiones en vigor “ha caducado”. Y remachó que urge virar hacia un modelo que abandone la ecuación de que las pensiones se paguen con las cotizaciones a otro en el que el coste de esta retribución salga del apartado designado para gastos sociales y se recurra a los impuestos. Habló de un cambio de filosofía “ya que hay menos cotizaciones y más pensionistas”. O sea, que como decimos en mi pueblo, allá por los confines de la Serranía, “en la olla donde se saca y no se mete se ve el fondo más temprano que tarde”. Más razón que un santo, oigan.
¿Vamos camino de que se nos trate a los vejetes como se hizo en la Grecia de Alexis Tsiprás castigando a los que ya cobran una pensión y más aún a quienes empezarán a cobrarla ahora( un 35% menos) después de trabajar y cotizar von denuedo? El interrogante se abre ante nosotros con unas perspectivas nada halagüeñas.
Malos tiempos corren, si alguien no lo remedia, para quienes recibimos cada mes esos emolumentos después de largos años de trabajo y de ímprobos esfuerzos. No es traidor quien avisa, que también decimos en mi tierra, sobre todo cuando contemplamos como nuestros políticos en ver de remar en la misma dirección subvierten sus funciones y tiran cada uno por un lado sin el menor atisbo de servir a los ciudadanos que les votamos en su día y que irremediablemente -la cabra siempre tira al monte-, volveremos hacerlo de aquí a poco tiempo haya o no abstención para que el flemático Rajoy vuelva a ocupar la presidencia del Gobierno con todas las consecuencias.
También acaba de descolgarse el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, asegurando que las pensiones están aseguradas sine die. ¿Hemos de creerle? Más nos vales, que los viejos decrépitos nos volvemos tragones y mal educados y nos comemos lo que nos echen. La realidad es que no queremos abandonar este mundo y, caigan chuzos de punto, deseamos permanecer en él. Así que somos muchos y pensamos que el reparto de recursos se aminora por día y ya veremos lo que nos depara el destino, ese que ahora vemos obscuro tirando al negro más acentuado.