Alude José Vicente Astorga en un artículo publicado días atrás en SUR ( `A pedales´) a la carencia de carriles de bici o el uso indiscriminado de los que hay en Málaga por quienes nada tiene que ver con el deporte o el paseo sobre dos ruedas. Como ocurre con todos los temas que el periodista trae a colación lo hace haciendo gala de su buen hacer y bien decir que le caracteriza acertando de pleno en sus apreciaciones.
Si en plena ciudad son los coches y los intrusos viandantes los que entorpecen la plácida marcha de los ciclistas, en los aledaños, como son los paseos marítimos, ocurre todo lo contrario: son los conductores de bicis quienes se apropian indebidamente de ellos haciendo de su capa un sayo.
Ocurre con harta frecuencia en los pueblos de la costa más o menos colindantes con la ciudad malagueña. Por ejemplo, en el paseo Blas Infante de Cala del Moral.
Se ocupó en su día el Ayuntamiento de Rincón dela Victoria en dotar de un carril adosado al paseo para estos fines pero no hay quien le haga puñetero caso. Invaden los ciclistas con pasmosa desfachatez e impunidad el bulevar para el paseo plácido y distendido y obligan a los que por ellos circulan gozando de lo que suelen ser unas espléndidas mañanas o tardes venturosas a escurrir el bulto. Han de hacerlo si no quieren ser atropellados por quienes a su vez someten a quiebros y fintas el vehículo a pedal provocando situaciones más que peligrosas para su integridad física o la de los que esquivan su paso.
Y si esto ha venido ocurriendo siempre no digamos ahora cuando los paseos bullen y la gente hace suya al aserto de que “las bicicletas son para el verano”, aunque éste diste algunos meses para hacer acto de presencia.