Otra vez la dos Españas, cada una por un lado, como ha venido ocurriendo siempre, y así lo sentenció Machado en sonoros versos. Unas veces por cuestiones trascendentales, otras por episodios más cotidianos.
Ahora por el asunto del copago sanitario. En la oposición socialista lo refutan y en el Gobierno pepero si no lo objetan dejan a entrever que podría ponerse en planta, algo que se sospecha cuando en Cataluña se abstuvieron para que la Generalidad allí lo implante.
Los españolitos peatones divididos en opiniones contrarias, sin dejar claro a qué carta atenerse. Lo observamos en la provincia de Málaga, donde la división de pareceres es un hecho.
Muchos lo miran como un impuesto más que viene a apuntarse a los que ya se han decretados y que viene a oprimir aún más el cinturón y el bolsillo. Y se mira a los grandes dispendios que se han venido haciendo con nulo beneficio para los menos afortunados: dadivosas y exorbitantes cantidades que han ido a los bancos, y las corruptelas que propiciaron la situación en la que nos encontramos. Y no se puede evitar el rechinar de dientes.
Por otra parte, quienes consideran que a la Sanidad pública o se apuntala de alguna forma o se nos viene abajo estrepitosamente. También aquí habría que poner coto a tantos desmanes cometidos por los abusones. El euro disuasorio podía ser una de las soluciones que se requieren para atajar el mal que corroe al sistema. Al final, la sensatez nos hará apuntarnos a uno u otra opción.
JOSÉ BECERRA