Languidecen los campos de la provincia, presos de una sequía obstinada que ha extendido sus tentáculos procelosos durante todo el invierno, y mucho es de temer que continúe su devastadora influencia en la primavera que ya asoma el cariz impetuosamente.
Pero no llueve. Miran con desaliento al cielo ganaderos y agricultores de secano y tuercen el gesto al no ver ni el menor atisbo de que la situación atmosférica vaya a cambiar pronto.
La importante cabaña de cabras y otros rumiantes dentro de la familia de los bóvidos han de ser alimentadas en la Serranía de Ronda con piensos compuestos porque la hierba, la jara y el matorral perdieron su frescura o desaparecieron del todo.
Precios bajos, heladas y, ahora, aridez calamitosa. Es el panorama desolador con el que se enfrentan centenares de pequeños ganaderos que temen perderlo si las nubes preñadas, impertérritas, siguen obstinadas en no aparecer.
A propósito de las sequías pertinaces existe una tradición en Benaoján que se cataloga como una de sus señas de identidad. En la procesión de San Marcos, Patrón del pueblo, se le mostraban los campos sedientos y se alzaba una plegaria al cielo, mitad devota mitad insolente: “ San Marcos bendito, Patrón Soberano, si no nos trae aguas, al pozo te echamos “.
El pozo del santo evangelista sigue siendo habitualmente visitado. Y, cosa sorprendente, hasta ahora, siempre llueve en la festividad. Tendrían los cabreros que probar con la invocación que siempre dio óptimos resultados.
JOSÉ BECERRA