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Sensatas intenciones de Casado
Arguyó con sobrada razón en su discurso como novísimo líder del PP que el éxito del partido en el futuro va a depender y mucho de que “todos remen en la misma dirección”. Una afirmación ésta que era imprescindible ante una posible desunión en sus filas por mor de quienes apostaron por él y de los que lo hicieron por Santamaría, un enfrentamiento del que habría que pasar página más pronto que tarde, como dio entender en su primer discurso tras la investidura. Lo que a su juicio importa ahora es enderezar la dirección del partido hacia una regeneración política como razón de ser de todos y cada uno de los que se aglutinan bajo sus siglas y aceptan sus postulados.
Incidió Pablo Casado en argumentos dignos de encomio y que es obligado resaltar, por lo menos para que quienes miramos sin encendidos ánimos las diatribas de nuestros políticos sepamos cómo y cuándo habría que reclamar imposturas y escaso cumplimiento de sus compromisos.
Obviamente declaró su lealtad al Rey y a la Constitución, premisa sine cua not inherente al cargo al que se acaba de acceder. Y a continuación desgranó una serie de propósitos que fueron desde la repulsa a la corrupción que abate a partidos con la consiguiente desazón que produce en la ciudanía hasta la regeneración del PP, “abriendo ventanas” para evaporar el tufillo de corrupción que ha sido una rémora para el partido en los últimos tiempos, hasta la supresión de impuestos, haciendo hincapié en algunos que hacen clamar al Cielo. Gravámenes estos últimos a quienes lo soportan se quiera que no, tales los de doble imposición, los de Patrimonio, el de Donaciones, y el de Sucesiones, que tantas controversias vienen suscitando. Desgranó otros como la necesidad de un partido unido, la unidad de España puesta en un brete por los catalanistas a ultranza, u otros como los que atañen de lleno a la vida y la familia.
La renovación del PP ya es un hecho: Santamaría y Cospedal, las dos mujeres más encumbradas han tenido que dar un paso atrás; ambas fueron figuras significativas dentro de la nomenclatura del partido y con resabios evidentes del marienismo imperante, hoy fenecido.
Con todo hay un pasado muy próximo de Casado que puede ensombrecer su flamante victoria en el partido. La sombra de su máster, legalmente obtenido como el afirma y no habría que poner en duda sin más, podría ser alargada y a buen seguro que lo blandirán con tesón sus enemigos políticos como un hacha desenterrada de guerra. “Vivir para ver”, que decimos en mi Serranía de Ronda de facundia precoz y refranes certeros.