Caras nuevas en la política
Los que ya son adustos y veteranos políticos, seniors en el vocabulario inglés, en no pocas ocasiones lanzan diatribas en las que, de cara a la audiencia, postulan por la renovación de los partidos. Luego ponen el grito en el cielo cuando sangre joven, los juniors, son llamados por sus jerarcas para que tomen parte en la lucha desigual para asegurarse un asiento en el Congreso o aparezcan en los propósitos de las ejecutivas como posibles figuras ministrables. Hay ejemplos a porrillo de gente joven que escaló preeminencias en la composición de partidos con miembros vetustos que estaban pidiendo a gritos una renovación urgente. Por poner ejemplos señeros de este ascenso al escenario político de su tiempo, un par de ejemplos egregios: Felipe González remozó un socialismo anquilosado con 37 años; en el lado opuesto en cuanto a ideario, se erigió Adolfo Suárez como presidente de la nación con 43. Son solo dos ejemplos punteros pero abundan quienes con esas edades esgrimieron sus armas contra ya caducos hombres de Estado que estaban pidiendo a gritos sangre nueva y vivificadora en sus filas. Con el desembarco de gente joven y no tan joven – como se acaba de ver en las listas ya elaboradas para ganarse el asenso de los votantes – lo que se pretende es una renovación de las formaciones políticas y acabar con el anquilosamiento que ya pasa factura en todas sin excepción. Que no es poco.
Por otra parte, resulta evidente a raíz de las nuevas hornadas de gente que sin trayectoria política definida son llamadas y aceptadas hasta ahora ajenas a los aparatos de los partidos, viene a ratificar este aserto: se observa un auge inusitado para que nuevos rostros se asomen al escenario político quienes en áreas determinadas ajenas a la política brillaron a gran altura en su quehacer diario. Como muestra un botón: el periodista y agudo contertulio en tertulias televisivas Pablo Montesinos será el cabeza de lista del PP al Congreso de los Diputados por la provincia de Málaga. Ha venido dejando su buen hacer y decir en un conocido programa televisivo de alcance nacional, amén dejar brillantes constancia de su brillante buen hacer y profesionalidad como cronista político en Libertad Digital durante más de una década.
Que haya nuevas incorporaciones en las listas electorales que ahora se fraguan para la contienda que se avecina no deja de ser saludable para nuestra democracia. Sangre nueva para una situación ensimismada y no pocas veces pecando de esclerosis múltiples que demandan nuevas situaciones y novedosos planteamientos. Que se asomen a la política gente procedente de otras esferas profesionales no deja de ser alentador para el fortalecimiento de nuestra democracia. Que acaben por aterrizar en el gobierno o en la oposición es lo de menos. Lo que importa es que sirvan para reafirmar nuevas corrientes y que vislumbren nuevos derroteros para el país, sin el menor menoscabo por el hecho de que nunca hayan militado en partidos.