Operarias de una fábrica benaojana
Foto:Diario SUR
Benaoján discrepa de la Junta
JOSÉ BECERRA
El daño que se está ocasionando a la industria chacinera de Benaoján por mor de la precipitación sin juicios ciertos de la Junta en torno al caso aislado de la presencia de listeriosis, puede ser del todo irreparable. El tacto de la corporación andaluza en señalar a este municipio sin la menor dilación ha brillado por su ausencia. Un caso aislado, del cual aún no ha sido determinado de manera fehaciente su origen y causa, puede ser una ataque a la yugular a una industria, que desde muchos decenios atrás ha sido modélica en cuanto a la producción de derivados del cerdo, en una gama extensa de productos que siempre contaron con el beneplácito de organismos superiores aptos en sus funciones para velar por la salubridad de cara a su consumo.
Aquí y ahora, como con acierto se ocupado de poner en relieve la alcaldesa del municipio, Soraya García, habría que lamentar “la precipitación” de la Junta de Andalucía, que, y esta es una opinión generalizada en el pueblo, en un prurito de eficacia se adelantó a decretar la alerta alimentaria cuando solo hay había persona que sufría este síndrome por ingerir el alimento posiblemente contaminado. La precipitación del organismo comunitario en decretar la alerta sobre el producto en cuestión – del cual no se sabe a ciencia cierta que saliera de la fábrica que ser ha puesto en el punto de mira – puede tener unas consecuencias irreversibles para una industria que siempre ha sido paradigma en cuanto a la salubridad de los productos que han venido saliendo de sus factorías hacia los mercados respectivos.
Las consecuencias de esta precipitación de la Junta pueden ser irreversibles para la continuidad de algunas de las más de una docena de empresas que se dedican en Benaoján, ya a la fabricación directa de embutidos, ya a su transporte, ya su reventa en distintos puntos de Andalucía. Las pérdidas ocasionadas a raíz de esta eventualidad ya están proporcionando datos desalentadores. La disminución en la fabricación se viene mostrando aguda, algo que repercute de manera drástica en los beneficios netos de las distintas empresas y, como consecuencia ineludible, el fantasma de los despidos planea sobre operarios que serán quienes paguen en primera instancia el desaguisado originado por aquellos que antes de tiempo sembraron la alarma sin base suficiente para sustentarla.
Benaoján se enfrente a un candente problema originado, según se apresuran a dar por hecho quienes ven seriamente afectadas la continuidad de sus factorías y, por ende, del mantenimiento de puestos de trabajo. La alcaldesa, con muy bien tino y cautela, apela, primero hacia la prudencia en espera de los acontecimientos y, luego, a la necesidad de que “se atienda a estas empresas” ahora en evidentes dificultades para proseguir su andadura. Su sostenimiento, y por ende, la de muchos habitantes del pueblo depende en gran medida de que las instancias superiores les tiendan la mano. Es de justicia atender sus demandas.