Insiste la primera edil benaojana en que de momento los resultados definitivos aún se desconocen, y se muestra firme en su convicción de que los dictámenes de la Junta al respecto se precipitaron. Alude el carácter provisional del análisis del alimento inspeccionado y, por ende, de que no es concluyente. Si echamos un mirada el diccionario del español jurídico constatamos que “la nota característica del procedimiento cautelar en cuya virtud la medida que se adopte no tiene carácter definitivo, sino que se trata de un solución temporal hasta que se dicte la sentencia”. De ahí, la insistencia de García en que “todo está el aire”.
Lo que no quita que el mal ya esté causado.Precisamente en unas fechas claves para las distintas empresas locales que se aprestaban, intensificando su producción, a incrementar la producción de cara a las fiestas navideñas que ya se vislumbran en el horizonte, merced a los pedidos que por estas fechas se elevan de manera exponencial. Un golpe en la yugular a la industria local, que es de esperar no sea irreparable.
El negro panorama de los despidos planea sobre las entidades fabriles del pueblo, que de continuar sería un severo tropiezo para sus sostenimientos. Algo inconcebible dado que se distinguieron, además de lo exquisito de sus embutidos, por la exhaustiva inspección a la que se someten en cuanto a salubridad antes de salir al mercado. La inquietud, rayana en la sublevación contra todo lo que venga a poner dudas sobre sus elaborados, reina en Benaoján.
La razón asiste a quienes defienden su su industria con uñas y dientes, sabedores de que es puntera y ejemplar en el territorio andaluz , y capaz de soslayar con la garantía de siempre cualquier duda sobre la calidad de los productos que siempre acapararon la confianza y el crédito de quienes los consumieron desde más de un siglo atrás. Es natural que el pueblo, zaherida injustamente su industria, se revuelva, y exija declaraciones pertinentes de donde procedan para restituir el crédito a unos productos que podrían ser injustamente vejados, con la natural quiebra de empresas y despido de trabajadores, lo que producirían caóticas consecuencias a entidades de asentado prestigio y más que comprobado buen hacer desde la friolera de un de más de un centenar de años atrás. Que ya ha llovido.