Benaoján: toda una centuria de buen hacer
Ha sido un gesto encomiable de la secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz, el de trasladarse a Benaoján en momentos en los que este pueblo de la Serranía de Ronda, señero en la fabricación de embutidos, vive momentos amargos a causa de la crisis de esa malhadada listeriosis que tanto malestar viene provocando. Y lo que es más deplorable, que existan razones más que razonables de que en este municipio, más allá de haber sido señalado por la Consejería de Salud, fundadas en un brote fatídico de la enfermedad, aún no no puede atribuirse categóricamente a la fábrica que fue señalada en principio. Díaz ha querido visitar el pueblo dando pruebas de solidaridad con con su gente hoy por hoy sumida en el mar de las dudas por la más que posible ligereza de la Junta en dar como cierto un hecho que todavía está por confirmar de manera fehaciente.
Díaz, en un gesto que la honra, ha querido conocer de primera mano la crisis que la listeriosis viene provocando en el municipio benojano, que ha llevado al despido de trabajadores de algunas de sus factorías. La causa radica en que el descenso de pedidos ha sido considerable, sobre todo en unas fechas en las que precisamente viene ocurriendo lo contrario: las fiestas navideñas inciden en un importante repunte, que este año, y que de seguir la desconfianza hacia los productos benaojanos pueden originar un impasse que ponga en difícil situación la continuidad de algunas de sus más de una decena de fábricas. Una catástrofe para un pueblo industrioso que siempre se ha caracterizado por la excelencia de sus fabricados.
La desconfianza generalizada por la evidente desacierto de quienes se anticiparon a dar un veredicto no suficientemente contrastado ha sido puesto de relieve por epidemiológicos de prestigio: no han tenido por menos denunciar que el caso no ha sido tratado con la mesura y el carácter prudencial lógico; afirman que los sistemas de alerta alimentaria no llegan al público hasta que se constata que un determinado producto “ha escapado de control”. No es el caso de Benaoján: saltó a los medios antes de que se tuviesen datos fielmente contrastados.
El daño causado al pueblo se evidenció cuando por rechazo una de las firmas punteras del pueblo con una identidad muy parecida a la que la Junta situó en cuarentena, no ha tenido por menos que elevar sus quejas a tenor de que recibe notas de la clientela exigiendo información sobre sus productos injustamente puestos en la picota. Hasta tal punto que ha tenido a bien colocar un rótulo bien visible en las portada de sus instalaciones dejando suficientemente explícito que “la carne mechada de nuestra marca se encuentra desvinculada y no tiene relación alguna con la alerta sanitaria”. Pero el daño ya estaba hecho, hasta el punto de que las perdidas ocasionadas ascienden a más de medio millón de euros. Los chicharrones de la marca han pagado el pato. “Ni regalados lo quieren”, afirma cariacontecido uno de los dirigentes de la industria. Resultado fatídico: despido de trabajadores y reducción drástica de personal en una fechas que venia ocurriendo lo contrario con vista a la Navidad: se contrataban nuevos operarios merced a la intensificación de los pedidos.
Fatídicas circunstancias concurren sobre un pueblo que siempre se ha distinguido y continúa haciéndolo por una elaboración de embutidos sin la menos mácula; de ahí la aceptación que siempre mantuvo en más de media España. La alcaldesa de la localidad, Soraya García, no ha tenido por menos de revolverse contra una actuación de organismo autónomo que mucho es de temer haya puesto en un brete el nombre de Benaoján, otrora sinónimo del buen hacer chacinero en la provincia malagueña
De momento, de lo que se trata, y los diferentes organismos autónomos tendrían que ponerse mano a la obra para evitarlos, es de soslayar los peligros que se ciernen sobre una industria modélica: es urgente y se impone reparar el impacto siniestro y demoledor como el de de un torpedo en su línea de flotación. Fue y es intachable, pero vive los peores momentos de su dilatada y esplendente trayectoria. El pueblo no verá disminuido su buen hacer: más de cien años lo contemplan y dan fe de su impoluta andadura fabril.