Nuestro gozo en un pozo. Las vacunas llegan a ritmo lento y se acrecientan los temores de quienes pensamos que todavía queda lejos el pinchazo salvador que venga a sacarnos del impasse en el que nos encontramos y por el que suspiramos, sobre todo lo que ya sumamos años y sufrimos pronunciados declives sin cuentos. Las urgencias prometidas por quienes llevan las riendas del país no han cuajado, por lo menos con la celeridad que era de esperar. Casi un año ha trnascurrido ya desde que se inció la pandemia que Dios confunda y todavia para la mayor parte de la población, sobre todo la que ya cuenta con edades avanzadas, seguimos esperando la panacea salvadora. Hemos elevados nuestras preces al cielo en espera de que la imunización nos salve de la hecatombe, pero nos toca esperar.
No hubo por parte de quienes llevan las riendas del país una justa apreciación de lo ocurrido en China, o lo que sin apenas transición vino, ya más cerca de neyustras fronteras, a soliviantar a la población de Italia. No se calculó a tiempo lo que podía suceder en nuestro país para poner freno al tsunami que ya sacudía Europa y nuestro país sucumbió a las acometidas a las que se vió sometido en los inicios de la primvera pasada.
Que se sepa, la vacunación masiva no es aún una realidad en nuestro país. ¿PLanificación no acorde con las urgencias quer nos acosan habida cuenta que ya nos encontramos sumidos en la tercera ola? Nos adentramos en enero y todo para indicar que la vacunación masiva que se esperaba como agua de mayo comienza a fallar. Las razones de la demora en recibir el pinchazo salvador no se saben a ciencia cierta.¿Está fallando la planificación? ¿Hay vacunas para todos? Son las preguntas que nos asaltan, y con ellas la certidumbre de que una vez llegado junio todo hace pensar y temer que la mitad de la poblaciión siga sin reciboir el antídoto capaz de hacernos soslayar la amenzaza latente que sobrevuela nuestras cabezas.
A tenor de las noticias que nos llegan un día sí y otro también mucho es de temer que dentro de seis meses, cuando el verano asome su cariz esas cifras que se nos dan y que apuntan a que más de 20 millones de personas ya hayan recibido la sustanciua salvadora no se amolde a la realidad. De momento, lo que asoma por el lontanza es el semblante amenzador de un mes de enero que viene a colmatar la cifra espeluznante de dos millones de contagios y una vacunación ralentizada que impulsa a gobiernos regionales a echar mano de la sanidad privada con el objetivo de conseguir un ritmo que era el esperado por buena parte de una ciudadanía confiada en poder inmunizarse más pronto que tarde.
La comunidad científica logró asombrarnos con la creación de una vacuna en un tiempo récord: nadie la esperaba en tan corto plazo. Pero se nos dio la buena nueva de su creación antes de lo esperado. No podemos por menos que agradecer el colosal esfuerzo realizado. Sin embargo, mucho es de temer que quienes nos gobiernas aquí y y ahora no hayan hecho posible que seamos iunmunizados con la misma rapidez y eficacia de quienes la hicieron posible en un tiempo récord.