Comedor social en Ronda
Una de las escenas que en los años de niñez – ya ha llovido – quedó grabada en mi retina y por la aspereza se hizo un hueco en mis sentimientos, fue el contemplar la reunión de gente hambrienta que periódicamente una de las familias pudientes del pueblo – Benaoján – organizaba con la ayuda de otras igualmente caritativas.
El reparto de un plato de lentejas con hopillos de chorizos era la solución perentoria a la hambruna que siguió a los años de la guerra del 36 hasta, incluso los 50 del pasado siglo.
Han pasado setenta años y en Ronda volveremos a ver estas colas de pobres vergonzantes que vendrán por su ración de comida al comedor social, organizado por vecinos de la ciudad concienciados de los momentos aciagos que viven muchas familias menesterosas.
Pensaba que aquellas escenas en tiempos de silencio y aflicción no volverían a repetirse y que en la España que enjaretaba nuevos tiempos prósperos no habría lugar para ellas. Me equivocaba. Se repite el ciclo y puede que con mayor acritud si cabe.
Y, como antes, nadie parece ser responsable de que vuelva a emerger.
JOSÉ BECERRA