
Ha saltado por los aires lo que quedaba del programa electoral del PP, si es que quedaba algo de lo que nos hizo creer que haría y no haría en caso de aplastar al adversario, como en realidad hizo en las pasadas elecciones de noviembre.
En aras de cumplir con el mandato de Bruselas Rajoy llega hasta el final – esperemos que lo sea – en su decisión de ajustar las tuercas a todo lo que se mueva.
Una cascada de medidas draconianas acaban de retumbar en el Congreso que seguramente suponen uno de los mayores impacto que ha sufrido nuestra democracia desde que echó a andar hace una treintena de años. Hay que echarse a temblar con lo que se nos viene encima.
Y no nos vale con que, circunspecto, nos diga desde la tribuna del hemiciclo que “han cambiado las circunstancias y tengo que adaptarme a ellas”. ¿Por qué no admitió esta eventualidad cuando nos pedía el voto? Así sabríamos a qué atenernos.
Ya sabíamos que “las promesas electorales están para no cumplirse”, Tierno Galván dixit, pero ahora acaban de remacharnos la aseveración para que no quede la menor duda al respecto.
Foto/ Diario SUR