Desaliento y desesperación
Las cosas en España van de mal en peor. Deambulamos sin norte porque la desconfianza en las instituciones ha ido desapareciendo a golpes de políticos que no aciertan o dejan mucho que desear en sus acciones.
El cabreo y el desaliento impera ya se exteriorice en sonadas callejeras o se rumie por dentro. Lo vemos en Ronda, por ejemplo, con solo asomarnos a la siempre populosa calle La Bola, escaparate de la ciudad y rompeolas de todo lo que se cuece dentro y fuera de ella.
Es ahora cuando habría que decir de verdad habría que decir aquello de que a España no la conoce ni la madre que la parió. Suplicamos a Bruselas que se presione al impertérrito Mario Draghi para que el Banco Central Europeo que preside nos eche una mano, pero hace oídos sordo y la súplicas no se contestan sino con silencios o con desplantes.
Hoy lunes 23, la bolsa busca el subterráneo y la prima de riesgo escala una posición del todo insostenible. Como no hay un golpe de timón a última hora el barco se nos va a pique. Y lo más lamentable es que los que originaron nuestros males, cuervos de mal agüero, desde la cúspide de los bancos y de la las altas instancias de la política van a pasar pese a sus golferías sobre el mar de los sargazos de la crisis sin aflojarse la corbata ni mojarse los brillantes zapatos de corte italiano.