Las contradicciones del presidente del Gobierno nos tienen sumidos en un mar de dudas y desconcierto que se acrecienta por días. Qué digo por días, por momentos, a juzgar por las reiteradas confusiones que ocasionan sus discursos a veces en un brevísimo intervalo de tiempo.
No a los recortes en sanidad y educación – declaró –, tampoco a la subida indiscriminada de impuestos – ¿qué otra cosa si no es el IVA? – ni a las prestaciones sociales. Pero hubo recortes y lo que te rondaré, morena.
Se revolvió como un alacrán amenazado por el fuego cuando se le preguntó si pediría un rescate a la UE, negándolo categóricamente. Ahora admite que no hay que descartarlo. Y del tijeretazo a las pensiones se muestra dubitativo cuando lo negó sistemáticamente.
Mucho nos tememos que Rajoy está obnubilado por el cumplimiento de los objetivos de déficit y está tocando peligrosamente resortes de los que abjuró. Con toda seguridad el presidente del Ejecutivo obra de manera leal y con la mejor intención, pero sus declaraciones contradictorias no dejan de confundirnos hasta el punto que no sabemos a qué atenernos.
Si hay que recurrir al rescate y a más recortes, se recurre, pero que no nos acojone más de lo que estamos.