No es la primera vez y tememos que no sea la última que la falta de camas en urgencias de un hospital provoque un estado de animadversión tanto de los enfermos como de sus acompañantes.
Ahora, ha vuelto a suceder en el Clínico de Málaga ocasionado el caos acostumbrado y no por culpa del personal médico, enfermero o burocrático que cumple con su deber, a veces abnegadamente por falta de medios – por lo que lógicamente vienen mostrando su descontento – sino ocasionados por los recortes que se están imprimiendo en Sanidad.
A la pesadumbre que ocasiona caer enfermo, sin saber en un estadio primero si el mal es leve o grave, hay que añadir a causa de los tiempos ruinosos que corren, la inquietud de no saber si su dolencia será atendida con prontitud o si en el caso que se dictamine un ingreso hospitalario habrá una cama libre disponible para acogerlo y no será acomodado – lo de acomodado es un decir- en un pasillo. Se cierran plantas, quirófanos, se suprimen ambulancias – el Clínico funcionará con dos menos a partir de ahora – se cierran consultorios en días festivos o no hay servicio nocturno… Que tiemblen los moradores de los pequeños pueblos de la provincia.
Una panorama desalentador sobre todo para los mayores de edad que estamos viendo cómo todo se nos vuelve en nuestra contra en una etapa de la vida en la que estado del bienestar y la atención médica y social concomitante se pensaba que estaban aseguradas.