Mientra no se construya el centro de interpretación que insistentemente reclama el Ayuntamiento de Ronda a la Junta, a tenor del acuerdo establecido ya va para diez años con la consejería de Cultura, curiosos desaprensivos y piratas arqueológicos seguirán pululando a sus anchas por el yacimiento de Acinipo, al cual consideran como un huerto sin vallado.
Es posible, dado la influencia de la cultura griega en la romana y en especial la literatura, que las obras de Aristófanes subieran al escenario del anfiteatro de Acinipo, en Ronda. Es probable que la nobleza romana y la plebe reflexionaran y se divirtieran con la crítica de la veleidad humana – Las Avispas, La paz, Los pájaros – que encierran las comedias del autor ateniense del siglo V a. de C. También debieron regocijarse con las chispeantes otras del comediógrafo romano Plauto, El soldado fanfarrón ( Miles gloriousos ) y La venta de los asnos ( Asinaria). En general, Acinipo, enla Bética, supuso un jalón de la esplendente civilización romana de la que tanto heredamos los hispanos.
No han sido raros en los últimos años los expoliadores de yacimientos y enclaves prehistóricos y de la antigüedad en el territorio de la comarca rondeña. Nuevas hornadas de bandoleros, tan legendarios ya en la zona. La riqueza de estos vestigios ha hecho siempre que los piratas de tesoros artísticos merodearan casi siempre con absoluta impunidad por la zona. Lo hicieron en la cercana cueva del Gato, exponente del calcolítico peninsular y el paso del neolítico al bronce y arramblaron con valioso utillaje, hoy desperdigado y casi imposible de recuperar. No pudieron, sin embargo, estos malandrines con la cueva dela Piletade Benaoján defendida a capa y espada por la familia Bullón, descendientes del descubridor.
Posiblemente lo vienen intentando con mayor fruto en Acinipo desde bastante tiempo atrás, pero es ahora cuando las autoridades están viendo el estropicio de los expoliadores y pretender poner pies en pared. A buena hora, mangas verdes. Pero, en fin, más vale tarde que nunca. Se descubrieron días atrás los hoyos que dejan tras de sí los rufianes que emplean los detectores de metales, ideados para encontrar monedas de curso legal en las playas. Despojan el patrimonio que a todos pertenece para dedicarlo a su propio lucro, al mismo tiempo que borran con nocturnidad – se emplean, al parecer, en su “trabajo”, en noches de luna llena – y clara alevosía.
Hay un proyecto en marcha auspiciado de manera conjunta por Junta y Ayuntamiento para recuperar los secretos que todavía esconden las nobles ruinas. Loable empeño, es verdad, como lo será la restauración del teatro del que sólo quedan en pie restos de las cáveas y las gradas. Acondicionadas las ruinas para la visita de excursionistas y curiosos, es de suponer que ser extremará la vigilancia, también para los lugares del entorno.
En las zonas marítimas, los aventureros que estudian cartas marítimas y rutas de antiguas calaveras cargadas con el tesoro de las Españas, son abundantes y nunca cejaron en su empeño. Siguen buscándose pecios en las profundidades marinas porque nunca dejaron de ser rentables. Tal vez las andanzas de estos usurpadores de riquezas enterradas sean más difíciles de rastrear. Pero las de los que intentan despojarnos de ellas sobre tierra y a plena luz, aunque esta sea la de luna en su plenitud, no deberían presentar demasiados escollos. Merece el esfuerzo y la dedicación.
Guerra sin cuartel a los piratas arqueológicos que desbaratan los lazos que nos unen con el pasado y que ayudan a desentrañar sus misterios.
Foto. Yacimniento de Acinipo (diario SUR)
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