La pobreza, el rayo que no cesa. Ese baldón para la Humanidad que se ha puesto de manifiesto en el marco del Día Mundial parala Erradicación de la Pobreza. Nohace falta examinar el avance de esta tragedia en otras latitudes – sin que desde luego la echemos en saco roto por lo que a todos incumbe – , la tenemos aquí en España, Andalucía, Málaga y la provincia, y campeando a sus anchas en las clases más deprimidas de la sociedad y hasta en esa clase media que a pasos agigantados tiende a desaparecer.
La malhadada crisis, desde sus comienzos ha arrojado a los infiernos de la pobreza un millón de personas cada año en España. Estudios que no pueden por menos que sonrojarnos hablan que en nuestro país el índice de pobreza ha ascendido cinco puntos y se preguntan si las medidas puestas en práctica para atajar el deterioro de la economía no estarán cavando un hoyo más profundo para los que menos tienen.
La “quiebra social” no son palabras huecas sino una realidad que se ha producido con sus devastadores consecuencias, y la prensa extranjera se hace eco de ella y el hambre inherente. Hablan de cómo dela España donde se vivía bien a la de la gente que rebulle en los contendores para comer cada día.
En Grecia se ha puesto en marcha una medida insólita: se podrá seguir vendiendo productos de supermercados caducados, siempre que bajen su precio original. Aquí todavía no hemos llegado a ello, pero todo se andará, porque lo cierto es que estos productos desechados se están consumiendo y se lo disputan cuando son arrojados a la basura.
La tragedia de la pobreza exige una conciención de sus estragos.
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