Parecía una cifra penosa imposible de alcanzar, se pensaba que las cosas podían ir arreglándose, sin llegar a ese calamitoso extremo. Pero no. Ronda ha batido una triste marca que ha hundido a muchas personas y familias enteras en poco menos que la desesperación, un horizonte oscuro cuando va precedido de la pérdida de la soldada que da para vivir. Podía ser una cifra redonda, 5.000, pero es que se ha superado, entre ambos sexos.
Más de cinco millares de parados se contabilizan en la ciudad rondeña, un tope al que no se había llegado desde que se contabilizan los datos – esa estadística sombría –del desempleo. Una angustiosa situación que para superarla se están levantado voces, razonablemente airadas.
Se reclama quela Mesapor el Empleo, que en su día auspició el Partido Popular, seguramente con las mejores intenciones del mundo de arrimar el hombro para solucionar en la medida de lo posible el pavoroso problema, se convoque después de meses de inactividad. Los socialistas la secundaron sin ambages.
Pero lo cierto es que no se sientan frente a frente para tratar de aportar soluciones a un dramático problema que afecta de madera directa a tantos rondeños que en su día les votaron confiados en que tratarían de salvaguardar sus intereses. Unas buenas intenciones que son inherentes al cargo municipal que prometieron, pero que con demasiada frecuencia se soslayan.
El paro castiga en Ronda de forma desaforada, un panorama desolador que abarca a toda la comarca, en particular a las del Genal y el Guadiaro. Y la ministra Fátima Báñez empeñada en ver “brotes verdes”, la cantilena que ya se creía olvidada. No hay duda que cambia el deseo por la realidad.