
Ya está bien que sea hacia los bancos adonde se incline la balanza de los políticos cuando las cosas vienen mal dadas para todos. Hasta ahora no han hecho sino recibir aliento, en forma de fuertes recursos monetarios por parte de nuestros dirigentes sin distinción de color o siglas. Cierto que juegan un principal papel en el desenvolvimiento económico de los pueblos, pero hora es que también se posibilite respiración a los que de una manera u otra lo mantienen en pie; a saber, los que depositan en sus ahorros, mínimos o abultados, pero en su conjunto suficientes para que efectúen sus transacciones que les proporcionan pingües beneficios, a la par que sustanciosos sueldos y ampulosos retiros por el blindaje a muchos de sus directores.
Que se tenga que pagar ad infinitum una vivienda cuando el propietario ya se ha visto exonerada de ella es una injusticia que clama al cielo. Se ven aherrojados a una situación limite que no pocas veces termina en el suicidio como hemos visto en estos días, meced a una hipoteca facilitada por las entidades financieras que sometieron al yugo de lo inapelable no solo a los solicitantes sino a sus padres o familiares más allegados que obnubiladamente quizás estamparon su firma al pie de un documento infamante.
El PSOE ha pedido al Gobierno de Rajoy que se encierren en una habitación miembros de uno y otro partido y no se salga hasta que se consiga un consenso y una solución para el pavoroso problema de los desahucios que tanto tienen de kafkiano y aberrante. Debería escucharlo. Para que nadie más tenga que saltar por el balcón de su casa o se ahorque sumido en la espantosa soledad de su desesperación.
Foto: Diario SUR