Parece como si los políticos hubiesen declarado una guerra sin cuartel a los ciudadanos con menos recursos, tirando a menesterosos. Primero fue el copago sanitario, luego la congelación de las pensiones cuando no su merma, luego el euro por receta que pese a las reticencias de algunas comunidades está al caer en todas, pese a las componendas de algunos.
Finalmente, acaban de echar mano a la supresión de las urgencias nocturnas en más de una veintena de pueblos de Castilla –La Mancha bajo la égida de Cospedal. No apuesten por una medida que no habrá de extenderse a la resto de regiones, incluida Andalucía, porque perderán seguramente lo apostado. Ya se ha hablado de establecer la norma en la provincia de Málaga y para verla en vigor sólo es cuestión de esperar.
No a las sinecuras con que se retiran presidentes de comunidades, o mandamases de diputaciones, que ya me dirán que papel cumplen que no se pueda prescindir. No a la existencia del Senado, cementerio de elefantes que de poco nos sirven, o a la alineación como asesores o consejeros espléndidamente pagados en los staff de empresas privadas de políticos que jamás vuelven a los oficios desde los que saltaron a los partidos u otras instituciones públicas. A eso ni tocarlo.
Pero claro, hay que cortar donde se puede y se está seguro que las protestas del personal sufriente y doliente no llegarán a parta alguna. Se dice, en lo que toca a la más que posible supresión de urgencias más allá de las 3 de tarde, que siempre habrá abierta otra a 15 minutos. Se podría argumentar, que, por ejemplo, en la Serranía de Ronda, que la pillo más cerca, solo hay una ambulancia para media docena de pueblos. Y que no todos tienen un coche a mano en caso de urgente necesidad o en el que esté en juego la vida de una persona.