Poco a poco se va sabiendo cómo funcionaban las cosas en Urbanismo. Siguen apareciendo papeles que permiten confirmar lo que muchos sospechaban, y es de temer que no son muchos quienes se sorprenden de lo que va saliendo. ¿Cómo fue posible que durante tanto tiempo pasaran tantas cosas y que tantos abogados, arquitectos, aparejadores y delineantes que trabajaban en Urbanismo vieran lo que sucedía frente a sus narices y no le hicieran, aunque sea, una discreta visita al fiscal? Las instrucciones de Roca eran claras: ver,oir y callar.
Los pagos adicionales con que se beneficiaban algunos funcionarios (ver SUR del 24 y del 28 de enero) revelan dos cosas: 1) que la maquinaria de lealtades y silencios comprados estaba bien aceitada y 2) que no era asunto de los últimos años. Las facturas a las que ha tenido acceso este periódico (no estaría mal colgarlas en la red, pero son demasiadas) se remontan hasta el año 1994. 12 años cobrando doble por hacer el mismo trabajo (¿o acaso se cobraba por algo más que por los vagos conceptos generales que aparecen en los papeles?)
Pero no todas las lealtades compradas de esa manera son perpetuas. Una prueba de ello son las declaraciones de algunas personas que trabajaron a las órdenes de Roca y que han desfilado ante el juez. Roca se queja amargamente de que sus antiguas personas de confianza ahora lo acusan de todos los males de España. No hay como el miedo a la cárcel para aflojar las lenguas. Sobre todo cuando ya no hay más talones que cobrar.