El nuevo Plan General ya ha sido consultado por muchos marbellíes, y las alegaciones presentadas se contarán, a buen seguro, por miles.
Quien haya visto el Plan no puede dudar de que se dibuja una ciudad de gran calidad ambiental, pero del dibujo a la realidad puede ir la misma distancia que del dicho al hecho.
La forma en que se gestionarán las compensaciones para regularizar las ilegalidades urbanísticas de los últimos años es clave. Algunos ejemplos ya publicados en SUR nos permiten adivinar que el camino para que la ciudad recupere lo suyo no será fácil. ¿Cómo se materializará que los actuales aparcamientos del NH Alanda pasen a ser zona verde pública? ¿En qué momento La Cañada entregará a la ciudad las 60 hectáreas que le debe? ¿Cómo hará Aifos para comprar jardines privados en la Milla de Oro y ponerlos a disposición del Ayuntamiento? ¿Quién le obligará a hacerlo? ¿Qué pasará si no lo hace? Los infractores tienen dos años para lavar sus culpas, pero el camino hacia la ciudad dibujada se adivina lleno de curvas. Y cuesta arriba.