La alcaldesa ha sorprendido con el anuncio de la próxima contratación de una empresa privada para la ejecución del plan de barrios. Uno de sus principales emblemas preelectorales junto a la policía de barrio, puesta en funcionamiento la semana anterior. La voluntad política de cumplir con el compromiso asumido es irreprochable. La decisión de dedicar fondos públicos a los barrios de la ciudad, también. Lo que está en cuestión es cómo se organizan los recursos de los que se dispone cuando un ayuntamiento está en la ruina. 3.200 empleados, contratados en su mayoría sin control durante los años del GIL, cargan exageradamente la nómina del Ayuntamiento, y otro de los compromisos del actual equipo de gobierno fue que ninguno iría a la calle. Una postura que para la alcaldesa ha tenido su coste, sobre todo a la hora de sentarse a negociar con los muchos acreedores del Ayuntamiento. Sin embargo, con tantos trabajadores, sólo 150 integran los servicios operativos, y estos no dan abasto. No deja de ser absurdo que uno de los mayores problemas de la ciudad sea la nómina que pesa sobre el Ayuntamiento y que al mismo tiempo haya que recurrir a una empresa privada para que tape los baches. El Ayuntamiento de Marbella debe ser el lugar del mundo con mayor densidad de auxiliares administrativos por metro cuadrado.