Es posible que no le salga gratis Marbella es el pulso solapado que la Junta y el Ayuntamiento están librando a cuenta del proyecto de ampliación del Hospital Costa del Sol. Con un tercer actor del que, de momento, nadie habla. No es un pulso a dos, sino a tres.
La consejera de Sanidad, María Jesús Montero, regresó la semana pasada a Marbella y aseguró que la Junta mantiene su proyecto para el centro sanitario, incluidas las dotaciones comerciales y de guardería que el Ayuntamiento vetó en la licencia de obras, y que confía en negociar con la alcaldesa la aceptación del proyecto tal y como se propuso originalmente. O en otras palabras, que las obras comenzarán cuando el Ayuntamiento ceda. Hay en estas afirmaciones un importante cambio de matiz desde que la delegada del área anunciara semanas atrás la disposición de la Junta a modificar el proyecto mientras se resolvía el recurso al veto municipal para no retrasar el inicio de las obras. Pero sucede que en medio hubo elecciones autonómicas y una nueva mayoría absolutapara el PSOE.
En el equipo municipal se sienten ahora entre la espada y la pared. De un lado, un gobierno autonómico reforzado por el resultado electoral. Del otro, el tercer actor: los funcionarios que después de 15 años con miopía crónica se han puesto las gafas. En el nuevo PGOU, el suelo donde se levanta el hospital aparece lógicamente como equipamiento sanitario. Los (ahora) garantes de la legalidad no encuentran allí sitio ni para una guardería ni para los comercios donde comprar la prensa que leen los enfermos y las flores que se regalan a las madres que acaban de serlo.