Hay alguna posibilidad, remota, de que se trate de Actimel, piña colada o zumo de coco. Cumpliendo con su papel, el abogado de Roca lo intentó hacer creer en un comunicado emitido el viernes pasado. Excediéndose del papel que se le supone, hubo quien incluso recogió el escrito y lo amplificó con entusiasmo. Pero si es blanco y va en botella lo más probable es que sea leche.
Seguramente el Juzgado de Instrucción número 5 de Marbella, que lleva el ‘caso Malaya’, ya tiene en su poder una copia del extracto de la cuenta bancaria desde la que se pagó el millón de euros que permitió a Roca disfrutar de sus ocho días de libertad, que al interesado le habrán parecido cortos pero que se hicieron al menos incómodos para no pocos vecinos de Marbella con un mínimo sentido de la dignidad.
La información bancaria, blanca y en botella, permite aclarar algunos puntos. El primero es que Roca no dijo la verdad cuando salió de la cárcel y afirmó que una veintena de amigos le habían prestado el dinero. Al parecer, la cifra de amistades del jefe ha menguado en estos dos años: quienes aparecen como aportantes de dinero son ocho, y esa cifra incluye a su hijo y a su abogada.
El segundo es que hay motivos que pueden ayudar a pensar que gran parte del dinero de la fianza se la prestó Roca a sí mismo. De los 410.000 euros transferidos por su hijo de 19 años no parece que haya mucho que comentar, a no ser que el chaval sea un mago prematuro de las finanzas. Algo parecido parece desprenderse de los 100.000 euros aportados por un ex directivo del Xerez que fue presidente del club en las dos temporadas en la que, según se investiga ahora, Roca tuvo el 50 por ciento de las acciones. Es decir, que mandaba mandado por Roca. La aportación de la abogada, aunque no es una práctica usual, debería inscribirse en el plano de su actividad profesional, protegida por el secreto.
El resto de los nombres eran desconocidos hasta el momento por el juez instructor, que ahora querrá saber quiénes son, a qué se dedican, de dónde han sacado el dinero, si Hacienda tenía noticia de ellos…
Cinco días después de volver a entrar en prisión, Roca debe estar preguntándose si habrá merecido la pena dar más nombres y pistas para que el juez pueda rastrear su patrimonio oculto a cambio de ocho días de libertad. Más allá de los fundamentos jurídicos del auto en el que imponía la fianza del millón de euros, al juez Pérez le llovieron críticas cuando decidió dar a Roca la posibilidad de salir de prisión si pagaba una cantidad que claramente se encontraba al alcance de sus posibilidades. Sobre todo porque el auto de libertad culminaba una serie de decisiones de relajación de medidas cautelares tomadas en favor de los imputados, ninguno de ellos candidato a un premio de popularidad en Marbella. Pero ya conocido el devenir de los acontecimientos, es justo reconocer que si todo ha sido una jugada de ajedrez, el juez Pérez es un émulo de Bobby Fischer, aunque también haya intervenido el azar o, dicho de otra manera, el criterio diferente del juez de la Audiencia Nacional que lleva el ‘caso Saqueo’. Porque la conclusión es que Roca ha vuelto a prisión, el juez del ‘caso Malaya’ tiene nuevas líneas para seguir la huella del dinero y si el capo quiere volver a salir a la calle deberá seguir dando pistas a la investigación.
Al personaje se le atribuye una inteligencia privilegiada, una frialdad a toda prueba y una fina habilidad para diseñar su estrategia. Pero parece que los años de cárcel han hecho mella en su capacidad de lectura de la realidad. Sólo esto puede explicar el error de bulto cometido tras la salida. El gesto altivo y el discurso desafiante demostraron que estos dos años en prisión le impidieron advertir qué cosas esenciales han cambiado. Ya no están ni la indiferencia con la que los vecinos de Marbella aceptaron su poder omnímodo en la ciudad ni la irresponsable desidia con la que las instituciones –políticas y judiciales– ignoraron durante tres largos lustros el desafío al Estado lanzado por la banda de Gil y sus herederos políticos. Que el instructor de Malaya lo dejara en una especie de libertad vigilada fue aceptado con no gran entusiasmo. Pero ya en la calle, su chulesca amenaza de reclamar el puesto en el Ayuntamiento y los mensajes lanzados de que se ocuparía de defender los intereses de sus sociedades estiraron la cuerda más de lo que ésta daba de sí.
El regreso de Roca a prisión tiene también una tercera lectura. Cuando la alcaldesa, Ángeles Muñoz, anunció que se presentaría un recurso ante el juez del ‘caso Saqueo’ para que se volviera a encarcelar al antiguo mandamás seis años después de que saliera en libertad bajo fianza por esa causa, hubo algún aplauso por la intención, pero poca confianza en que la iniciativa pudiera prosperar. Ya con Roca a buen resguardo, los responsables municipales se cuidaron mucho de exteriorizar expresión alguna de alegría, pero puertas adentro había sensación de euforia. El PP ha celebrado en los últimos años más de una victoria política en Marbella, pero ésta, la de haber mandado a Roca a la cárcel, tiene para los populares el sabor de la satisfacción de quien salda una afrenta histórica.