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Héctor Barbotta

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Una guerra en idioma extraño

Una guerra en idioma extraño | Marbella blog - Blog diariosur.es

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Durante la guerra de los Balcanes, a principios de los noventa, mientras serbios y croatas daban rienda suelta al odio contenido durante décadas, los observadores que se acercaban por primera vez al conflicto se preguntaban qué era lo que separaba tan irreconciliablemente a ambos pueblos, que a primera vista tenían, más allá de las diferencias históricas y religiosas, importantes puntos e intereses en común, y entre estos un mismo idioma: el serbocroata. Coincidencias que no supusieron un inconveniente a la hora de masacrarse con el objetivo imposible de que el enemigo desapareciera de la faz de la tierra al tiempo que se turnaban para pisotear a los bosnios y Europa miraba de reojo como si el asunto no fuera con ella. Los comportamientos eran tan parecidos que para cualquier observador imparcial de la guerra que se libraba en idioma serbocroata, lo más parecido a un croata que se podía encontrar en el planeta era un serbio.

No se trata de establecer comparaciones imposibles, sino de reflexionar sobre lo parecidos que resultan los comportamientos de los enemigos irreconciliables cuando su principal preocupación es machacarse mutuamente mientras el respetable mira azorado, porque el asunto no va con él. El PSOE y el PP de Marbella llevan dos semanas enfrascados en un cruce de acusaciones mutuas (llamar polémica a lo que están haciendo sería elevar injustificadamente el nivel de este intercambio de descalificaciones). Como las discusiones del patio de parvulitos en las que un niño espeta al otro ‘mi padre tiene más que el tuyo’, pero al revés. Aquí el intercambio es a ver quién gana menos. Esta guerra comenzó con el nombramiento de José Bernal como consejero delegado de Acosol, y desde entonces hemos sabido que al PP le pareció mal, por excesivo, el sueldo asignado a este cargo público, y que también le pareció mal (por exigua) la rebaja del 34 por ciento que se aplicó tan pronto como pisó su despacho. Pero es que también hemos sabido que al PSOE le parece mal lo que ganan el coordinador de Hacienda y Personal, Carlos Rubio, el resto de los cargos de confianza del Ayuntamiento e incluso lo que ganaba el actual portavoz municipal del PP, Félix Romero, cuando era asesor jurídico de la Mancomunidad.

Posiblemente lo que produce más desasosiego de toda esta absurda discusión –que tendrá nuevas entregas, no dudarlo–, más allá del recurso a la demagogia en la que ambos partidos se sienten tan a gusto, es la dinámica del ‘y tú más’ con que se responde a cada arremetida del adversario. Posiblemente sepan que ni unos ni otros merecen el dinero que ganan, y por eso su preocupación no consiste en explicar que se lo ganan con su trabajo, sino en buscar paja en el ojo del enemigo. Absurdos intercambios como estos son los que llevan a ver la política como una guerra que se libra en un idioma tan ajeno como el serbocroata, y a concluir, más allá de la elección que cada uno haga en las urnas, que lo más parecido a un político del PP que puede encontrarse es un político del PSOE. Y viceversa.

Esta práctica del ‘y tú mas’, también la vemos cada vez que salta un caso de corrupción y ambos partidos se echan en cara la porquería que tienen a mano en lugar de ponerse a trabajar para resolver un asunto que los afecta a ambos –según hemos visto y seguiremos viendo– y que corroe la raíz misma del sistema democrático. Todo esto podría ser observado desde fuera de los partidos con la misma indiferencia con la que Europa dejó que serbios y croatas se mataran mutuamente si no fuera porque la experiencia histórica de Marbella permite recordar que fue precisamente un ambiente como este, de crisis económica y los partidos dedicados a su intrascendentes discusiones, el que dio lugar al desencanto ciudadano con la política que abrió de par en par las puertas del poder municipal a Jesús Gil y sus secuaces. No se trata de diagnosticar una situación similar, sino de recordar a los partidos que su función va más allá de dedicar su tiempo a intercambios absurdos de acusaciones absurdas, sobre todo cuando hay asuntos gravísimos por resolver. Y que si no se dan cuenta de eso, volverán a abrir la puerta al próximo delincuente de discurso populista que vea en Marbella una oportunidad para forrarse. La memoria colectiva suele ser frágil.

Con el intercambio de descalificaciones en su punto actual, no hay motivos para desmentir al vecino que pueda pensar que la falta de nuevas plazas escolares para el próximo curso no se debe a la falta de suelo, sino a la incapacidad para llegar a un acuerdo entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento. Hemos sabido esta semana que cuando en septiembre se inicie el curso 2009-2010 lo hará sin nuevos colegios, a pesar del retraso en esta materia que la ciudad arrastra desde los tiempos del gilismo. El suelo que ofrece el Ayuntamiento no convence a la Junta. La falta de acuerdo dura ya un año y medio y el personal, con razón, ya empieza a aburrirse de esta cantinela.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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