Hay motivos para estar alegres, pero cualquiera que tenga un mínimo sentido de la responsabilidad también debería sentir al menos un cosquilleo en el estómago. La Federación Española de Tenis le ha dado a Marbella la oportunidad de organizar la próxima eliminatoria de la Copa Davis, lo que significa que dentro de sólo tres meses las cámaras de todo el país y de una parte significativa del mundo estarán apuntado sus focos a Marbella.
No es necesario hacer un gran ejercicio de memoria para recordar que la última vez que las cámaras apuntaron hacia aquí fue para enfocar a concejales y empresarios entrando al juzgado con las manos esposadas, y que fue entonces cuando se fraguó el término ‘marbellización’ para referirse a cualquier escándalo urbanístico. Posiblemente sea demasiado ambicioso pretender conseguir que esa palabra comience a usarse para cuestiones más nobles, pero al menos debería intentarse que el término pierda sentido.
En julio se presenta una oportunidad excelente, y si sale mal quizás no haya una segunda, para desandar gran parte del camino malayo. Hay motivos para sentir el cosquilleo.