A rebufo del asalto del PP al poder en Benalmádena, los independientes de Ojén han visto revalorizados sus dos votos en la Mancomunidad y reforzada su posición en la negociación que desde hace meses mantienen para integrarse en el PSOE. Sus votos ahora son claves en el organismo, y por eso tras ser cortejados por el PP han aprovechado para intentar pasar esas facturas atrasadas que en los pueblos tienen mucho de rencores personales. Han pedido a la ejecutiva provincial del PSOE la cabeza de cuatro concejales socialistas, entre ellos el ex alcalde.
Semejante exigencia no sería escuchada por toda una ejecutiva provincial del partido gobernante si no estuviera en juego el control de la Mancomunidad. Pocas instituciones hay tan indiferentes para los ciudadanos como fundamentales para los partidos –todos– como la Mancomunidad de Municipios, una institución que junto a su empresa pública se ha convertido en el colocadero oficial. Hace falta uno que trabaje para el partido, un contrato en la Mancomunidad; hay que premiar servicios prestados, puesto en la Mancomunidad; hay que promover una figura emergente, cargo en la Mancomunidad. Perder el control supone perder capacidad de ‘hacer política’ en la miserable concepción que de esa noble actividad se tiene en los partidos.
El ex alcalde cuya cabeza se pide no quiere ni oír hablar de entregar su acta, pero su posición no es la mejor. Él también está contratado en la Mancomunidad.