HABRÁ movimientos intensos en los próximos días, y no sólo por la proximidad de una temporada de verano cargada de incógnitas que comenzará con el estímulo difícilmente comparable de la Copa Davis en Puerto Banús. El curso político a punto de cerrarse tiene un capítulo pendiente que no admite más dilaciones y que está al borde de provocar algún ataque de ansiedad en más de un empresario.
La tramitación del Plan General de Ordenación Urbana de Marbella se acerca a su etapa final y las últimas señales que se han recibido en el Ayuntamiento parecen indicar que al camino de rosas que se dibujaba días atrás le han salido algunas espinas. Durante los últimos meses de tramitación, el equipo redactor comandado por el arquitecto jerezano Manuel González Fustegueras ha estado trabajando formalmente bajo instrucciones del Ayuntamiento, pero desde la plaza de los Naranjos se asegura que desde Sevilla no se han dejado de hacer llamadas a Jerez con recomendaciones que han sido interpretadas como órdenes. Y por lo tanto puntualmente obedecidas.
La decisión del equipo de gobierno municipal, al parecer, ha sido durante todo este tiempo de no cuestionar esta situación en el convencimiento de que el propio proceso atípico de redacción final del Plan aceitaría la tramitación que resta y el visto bueno definitivo de la Junta.
Pero esas buenas sensaciones, que incluyeron señales que parecían inequívocas lanzadas desde el corazón del poder autonómico, han sufrido un cimbronazo en la última semana, y en el Ayuntamiento ya saben que el documento que enviará el equipo redactor habrá de ser tocado si la alcaldesa quiere cumplir con su compromiso de que todas las viviendas ilegales que se encuentran habitadas encontrarían regularización en el Plan. El documento que Fustegueras ha terminado ya de elaborar no es el que quiere el Ayuntamiento.