Marbella vive durante cada mes de agosto una de sus grandes paradojas. Mientras la ciudad se llena de visitantes, sus infraestructuras se ponen a prueba y los negocios cogen oxígeno para todo el año, la actividad municipal entra en una pausa que sólo sucesos inesperados consiguen alterar. Una especie de hibernación estival mientras la ciudad bulle.
En ese marco -con los turistas, ahora sí, llenando hoteles, apartamentos y calles, aunque habrá que ver si también las cajas de comercios y restaurantes- las mejores noticias son las no noticias. Y la no noticia de esta semana ha sido la huelga en el sector de la hostelería que finalmente no se convocará. Con los resultados turísticos ajustados al euro y el comienzo de verano tan flojo que se ha vivido en julio, un conflicto laboral en el sector turístico en pleno agosto hubiese sido un despropósito de tales dimensiones que es muy difícil imaginar. Un adelanto del otoño que hubiese hecho de los duros meses que se avecinan un escenario sin duda catastrófico. Concluida la celebración de la no noticia, con exhibición de dentaduras y manos estrechadas cual conjuración de equipo de baloncesto, cabe preguntarse si era necesario llegar hasta aquí. Si no era posible alcanzar un acuerdo que no estuviera marcado por las agujas del reloj amenazando con el plazo de una huelga en pleno mes de agosto. A nadie con un poco de memoria le habrá sorprendido el escenario de un acuerdo agónico. No es la primera vez que empresarios y sindicatos regalan a toda la Costa del Sol la escenificación de un drama de verano. Más allá de las posiciones legítimas de cada uno, hay que cuestionarse si con todo el tiempo que llevan estos actores representando los mismos papeles no habrá llegado ya el momento de que aprendan a limar diferencias sin necesidad de tensar la cuerda hasta un punto en el que, quiéranlo o no, acaba causando perjuicios en primer pero no único lugar a su propio negocio.
De que el negocio, aún en época difícil como la actual, sigue funcionando razonablemente han dado cuenta las cifras del desempleo de julio, que se han conocido esta semana. El paro ha bajado en Marbella por cuarto mes consecutivo, y esta vez de manera algo más significativa que en los anteriores. Son unos datos que es necesario leer desde todas sus perspectivas. Una de ellas dice que el desempleo ha bajado de la barrera de las 12.000 personas, y que se sitúa ya en los niveles de comienzos de año, antes de que la crisis mostrara su peor cara. La otra recuerda que hace sólo un año, el pasado verano, había en Marbella 8.000 parados, lo que supone que en los últimos doce meses ha crecido un 50 por ciento. Es una buena noticia que el paro descienda. Que lo haga en verano entra en el guión. A partir de septiembre habrá más datos para leer en qué situación estamos.
Quienes también deberán evaluar en qué situación están son los miembros del grupo socialista, que esta semana han visto confirmadas su previsiones: perderán un concejal. Juan Luis Mena ha confirmado que seguirá en el Ayuntamiento tras acusar a su grupo de ir contra los ciudadanos por aprobar el nuevo PGOU. Mena se abstuvo de explicar qué se ha modificado en el documento desde que él mismo diera su voto afirmativo no en una, sino en dos ocasiones, para que saliera la aprobación inicial y la primera aprobación provisional. El edil estuvo arropado en su primera comparecencia como independiente por una colectividad de lo más variada, entre la que destacaban el presidente de la asociación de vecinos El Cruce, Juan Antonio García, el número dos de la última candidatura de Izquierda Unida, Manuel González &ndasha quien en la formación de izquierdas ya casi dan por perdido&ndash, y por buena parte de la comisión por la independencia de San Pedro. Los independentistas se han encontrado inesperadamente con una voz en el Ayuntamiento, y los miembros de Opción Sampedreña, a quienes les faltó un puñado de votos para conseguir representación en las últimas elecciones, se deben estar preguntando a estas alturas si los atajos son válidos en democracia.