Con toda seguridad no se trata de un síntoma de que se han acabado las dificultades. Existen, por el contrario, más motivos para pensar que estamos ante inversiones realizadas con la vista en el largo plazo, sobre todo bajo el criterio de que es en los momentos de crisis cuando es más conveniente apostar mirando al futuro.
Precisamente por ello, el anuncio de que la marca británica Marks & Spencer abrirá una tienda en Marbella de 1.300 metros cuadrados y la puesta en marcha de una franquicia de Hard Rock Café en Puerto Banús son excelentes noticias que van más alla de una mera coincidencia en una misma semana. Lo que ponen de manifiesto es que a pesar de las dificultades la ciudad mantiene intacto su atractivo y su poder de convocatoria para las grandes marcas. Resulta tranquilizador en el fondo aunque cause cierta sensación superficial de desasosiego comprobar cómo la marca de la ciudad goza fuera de España de un prestigio que muchas veces parece no querer verse fronteras adentro, donde el árbol de los tópicos tristemente ganados durante los años recientes suelen tapar el bosque de una realidad sólida y de cimientos firmes.
La llegada al centro comercial La Cañada de Marks & Spencer, una marca emblemática, casi mítica en el sector de la moda de masas en el Reino Unido, es particularmente significativa si se tiene en cuenta que es el segundo intento de desembarco en España. Ya hubo una experiencia fallida a comienzos de los años noventa, cuando se abrieron once tiendas propias en diferentes ciudades españolas con el objetivo de insertarse en el mercado nacional. La iniciativa fracasó, y en 2001 las tiendas fueron liquidadas. Ahora, la marca se ha fijado una nueva estrategia que se cimenta en Marbella y en el público británico asentado en la zona o que la elige como destino de vacaciones.
La decisión de la marca británica, que desembarcará a través de la empresa propietaria de la franquicia instalada en Gibraltar hace más de cuatro décadas, pone de relieve que las fortalezas estratégicas de Marbella desde el punto de vista económico y particularmente comercial van más allá de la situación que atraviese su economía durante un determinado periodo, por más preocupante que esta sea. Y que de lo que se trata es de conseguir ponerlas en valor.
Otro tanto puede decirse en relación a la cadena de comida Hard Rock Café, que también ha elegido Marbella como primera ciudad andaluza donde instalarse con argumentos muy similares a los utilizados por la cadena de moda y alimentos.
La situación actual ofrece un paisaje contradictorio donde conviven las enormes posibilidades de la ciudad con el desastroso panorama económico del Ayuntamiento, y todo eso aderezado con la inserción en los padecimientos económicos globales. Marbella vive su propia crisis, donde la casi quiebra del Ayuntamiento y la dilatación de la tramitación del Plan General son su rasgos más distintivos, pero está dentro de una crisis más general –la del modelo productivo basado en la construcción– que a su vez se inserta en otra más amplia aún, la de la crisis económica mundial. Una crisis dentro de otra crisis dentro de otra crisis.
Pensar que se puede salir en solitario de ahí es seguramente una quimera, pero preparar las condiciones para que la recuperación no sorprenda a la ciudad en el furgón de cola, constituye una obligación.