Pocas situaciones resultan más difíciles que ponerse en el lugar de una persona que puede perder su casa como producto de una estafa. Más difícil resulta cuando dirige su indignación contra todos, menos contra quien lo estafó.
Los vecinos de Banana Beach, la urbanización que con mayor o menor justicia se ha erigido en el emblema de los desmanes perpetrados en Marbella, acaban de alcanzar un logro que seguramente no se encontraba entre sus metas: han contagiado su desventura a otros estafados.
El nuevo PGOU de Marbella incluye un plan de compensaciones para que la ciudad recupere lo que perdió durante los tres lustros en los que Jesús Gil y sus secuaces permitieron construir en zonas verdes, a pie de playa y en todo rincón donde se pudieran juntar dos ladrillos y llevarse el porcentaje correspondiente. Este plan ha permitido poner al borde de la regularización a 18.000 viviendas, y ha convertido a Marbella, para su desgracia, en el modelo de los alcaldes de todo signo deseosos de blanquear desmanes.
Pero ni siquiera en un proceso tan laxo como el de Marbella cabe todo. Los redactores del nuevo Plan dejaron fuera tres urbanizaciones, entre ellas el Banana, porque no encontraron cómo compensar a la ciudad por la pérdida de casi 500 metros de franja litoral donde antes había una playa y ahora tres mamotretos con más de 200 viviendas.
Después de culpar de su desgracia a todas las instituciones del Estado y de amenazar con querellas a los concejales que votaron el Plan, los vecinos del Banana llevaron ante la Junta una lista de 16 edificios que, en su opinión, presentan situaciones similares a la suya. Consiguieron lo contrario de lo que perseguían. En lugar de obtener la regularización, lo que han conseguido es bloquear la legalización de otros inmuebles cuyos vecinos ya saboreaban el fin de sus desdichas.
Mientras el promotor que les vendió una ganga envenenada sigue disfrutando del producto de la operación y sin querellas a la vista, resulta difícil entender la dirección en la que estas víctimas han desatado su ira. Justificada.