Cuando el pasado 2 de junio el lujoso ‘Radiant’ atracó en el puerto de Málaga después de que sus dimensiones le impidieran hacerlo en Puerto Banús, las necesidades de Marbella en el sector del turísmo náutico volvieron a tomar actualidad. Nadie sospechaba que el propietario de la embarcación, el jeque qatarí Ben Nasser, podía ser la persona que además de su crucero de lujo trajera la solución.
Por entonces la atención estaba centrada en las negociaciones que el magnate mantenía para hacerse con la propiedad del principal equipo de fútbol de la provincia, pero tal y como quedó de manifiesto ayer en la reunión que el propio jeque mantuvo con la alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, la inversión en el terreno deportivo no es más que la puerta de entrada para una operación de mucho mayor calado. Y nunca mejor dicho.
Semanas antes de que el ‘Radiant’ atracara en el puerto de Málaga, Ben Nasser y sus allegados habían mantenido reuniones en Qatar con empresarios de Marbella que tenían un objetivo más ambicioso: la compra de la concesión de Puerto Banús. El objetivo no era sólo quedarse con el mayor reclamo de la provincia y la joya turística de la ciudad, sino reactivar el proyecto de ampliación aparcado por la Junta de Andalucía años atrás debido a desacuerdos con la empresa concesionaria. Las reuniones estuvieron a punto de rendir frutos, pero finalmente la operación quedó descartada pese a los buenos oficios de altos directivos de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) que participaron en los contactos.
Descartada la opción de Banús, se puso sobre la mesa la segunda opción. El proyecto de ampliación del puerto pesquero de La Bajadilla se encuentra a la espera de que aparezca una empresa que quiera hacerse cargo de las obras a cambio de quedarse con la explotación para los próximos 30 años. De momento el plan no es todo lo ambicioso que la ciudad requiere. Con una inversión prevista de 70 millones de euros, el proyecto planeado por la Junta se limita a la construcción de 400 nuevos atraques, que se sumarían a los 270 actuales, y no prevé el amarre de embarcaciones que superen los 90 metros de eslora.
Cruceros
Los cruceros, la gran asignatura turística pendiente para Marbella, no figuran en las previsiones. Se trata, sin embargo, de un proyecto abierto. La empresa adjudicataria puede modificarlo siempre y cuando no ocupe más allá de la superficie prevista en la adscripción de aguas incluida en el proyecto básico de la Junta. La llegada de cruceros no depende tanto de las dimensiones del puerto como de que la empresa adjudicataria se haga cargo del dragado periódico.
Distintas fuentes consultadas por este periódico han confirmado que el jeque ha mostrado interés por este proyecto, aunque desde el Ayuntamiento ayer se limitaron a decir tras la reunión que la posible inversión será en el sector turístico. Aunque Ben Nasser aún no ha mantenido contactos con responsables de la Junta, la administración que sacará a concurso el proyecto, no se descarta que lo haga en los próximos días. La concesión saldrá a concurso en la segunda mitad de este año o, a más tardar, en la primera del próximo.
Marbella ha sido desde su nacimiento como destino turístico de lujo un centro de atracción permanente para los magnates y las casas reales de los países árabes. No en vano, el fallecido rey Fahd llegó a construirse un palacio en la Milla de Oro, y su hermano, el príncipe Salman, es un asiduo un verano tras otro.
La llegada de los saudíes con sus séquitos eran esperadas año tras año por hoteleros y comerciantes, aunque en los últimos años se han ido espaciando y son cada verano más discretas.
Sin embargo, más allá de los cuantiosos ingresos que genera su suntuoso estilo de vida, de alguna aventura inmobiliaria y de generosas incursiones benéficas, la ciudad no ha sido hasta ahora objeto de inversiones productivas costeadas con petrodólares. Al menos no hasta que el ‘Radiant’ llegó a estas costas.