Ha bastado que tomara estado público la intención de los ediles socialistas Javier de Luis y Antonio Martín de abandonar el grupo municipal del PSOE para que lo que era el molesto runrún de dos concejales díscolos de Marbella pasara a ser percibido por la dirección del partido en Málaga como un serio problema.
Los dirigentes provinciales del PSOE se refieren a los dos ediles como un par de disconformes que saben que no van a ir en la lista de las elecciones de 2011, como si ignoraran que en eso no se diferencian de casi ninguno de sus compañeros de grupo. También sostienen que el problema surgido ahora es parte de la herencia de Paulino Plata. Ambas consideraciones son ciertas, pero el problema va más allá.
El grupo municipal socialista se ha caracterizado por la falta de espíritu de cuerpo, por no trabajar en equipo y, en la mayoría de los casos, por no trabajar. Las dos deserciones ya sufridas, las de Liria Menor y Juan Luis Mena, no son sino un síntoma de la grave descomposición sufrida desde que perdieron las elecciones y Plata huyó tan pronto como pudo. Pero responsabilizar de toda la situación al candidato fallido es no reconocer que desde entonces ha faltado liderazgo en el grupo y dirección política en el partido.
Desde la llegada de José Bernal a la secretaría general ha habido una intención indisimulable de imponer cierto orden, pero no a través del convencimiento, sino de la disciplina. Hubo quienes no lo aceptaron.
Ahora se sabe que la lista la hará Bernal, y como la política se representa en fotos, quienes no aparecen en la foto con Bernal saben que no cuentan. Y Bernal no suele retratarse con muchos concejales.
Para el secretario general, la disciplina y el trabajo son valores esenciales, pero no es precisamente De Luis a quien se le pueda adjudicar escasa disciplina -en todo caso es el único que no está obligado dada la condición de independiente bajo la que fue invitado a formar parte- ni acusársele de trabajar poco. Basta con repasar qué edil mantiene más vínculos con colectivos vecinales o ciudadanos o quién ha presentado más mociones. El problema es que muchas de esas mociones pueden molestar porque hace tiempo, desde que alguien hizo el cálculo electoral de que los vecinos de Marbella están por la amnistía general, que el PSOE apostó por el borrón y cuenta nueva en el terreno del urbanismo. Es ahí, y no en cuestiones de forma, donde afloran las diferencias entre Bernal y De Luis.
Es verdad que pueden contarse con un dedo los concejales socialistas que se sienten cómodos bajo el liderazgo del candidato, pero a De Luis le desfavorece su coherencia. El edil inició su actividad política oponiéndose activamente a las atrocidades urbanísticas de Gil desde una perspectiva medioambientalista, fue convocado después por la gestora para continuar ese trabajo desde dentro de la administración, y ya como concejal de la oposición puso su experiencia al servicio de un grupo disgregado donde el entusiasmo por el trabajo no es lo que sobra.
Se puede o no estar de acuerdo con sus planteamientos, que seguramente representen una opción minoritaria en Marbella, pero no es fácil encontrar una trayectoria lineal en una ciudad donde lo habitual es darse de bruces con personajes que pueden sentirse igual de cómodos aclamando a Gil que glosando los méritos de Ángeles Muñoz o declarándose socialistas de toda la vida.
Cuando corren tiempos desfavorables hay dirigentes que piensan que la forma de ganar votos es hacer lo mismo que el adversario o esconder los problemas bajo la alfombra degradándolos a la categoría de rumores. Dos caminos directos hacia el desastre electoral.