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Héctor Barbotta

Marbella blog

Una ciudad de drogas, prostitución y mafias

Existe una ciudad española mundialmente conocida a orillas del Mediterráneo que se ha convertido es un hervidero del crimen organizado. Así lo revela una serie de cables de la diplomacia norteamericana que Wikileaks ha filtrado a cinco grandes periódicos y cuyo contenido se conoció el pasado fin de semana. Ha resultado curioso que la revelación pasara casi desapercibida. Sobre todo porque se ha sabido que la ciudad es zona de paso de grandes cantidades de droga: cocaína procedente de América del Sur, cannabis de Marruecos y heroína de Afganistán. También que es un enclave privilegiado para el lavado de dinero. En concreto, un informe del Departamento del Tesoro norteamericano, que considera a España la base europea para el blanqueo de los narcotraficantes, destaca que funcionarios norteamericanos y españoles están convencidos de que esta ciudad funciona como base de operaciones para la distribución y financiamiento de los cárteles colombianos de cocaína.

Hay más. Los cables revelan que las autoridades españolas han advertido a las norteamericanas de que las mafias chinas, rumanas y albanokosovares se han establecido en el entorno de esta ciudad para extenderse por el Mediterráneo y utilizar su capacidad militar para dirigir redes de prostitución. Existe incluso una organización rusa dedicada a la pornografía infantil.
El asentamiento del crimen organizado llevó al embajador del gobierno de George W. Bush en Madrid a proponer la creación de una central de inteligencia en la referida ciudad mediterránea. Otros de los documentos secretos que se han conocido revelan incluso los sueldos que cobrarían cada uno de los funcionarios de las agencias de espionaje, unos 700.000 dólares al año.
Cualquier persona que pase horas frente al televisor podría pensar que los documentos que han saltado a la luz pública sólo podrían referirse a Marbella. Pues resulta que no.
Durante muchos años, Marbella y quienes tienen la obligación de informar sobre lo que aquí sucede se han encontrado en repetidas ocasiones en una encrucijada de difícil resolución: se decía lo que pasaba en la ciudad, con lo que se podía contribuir a degradar su imagen, o se caía en el fariseísmo de ignorar los problemas con la repetición monótona de la cantinela de que todo aquí era perfecto y que la mala imagen era sólo la consecuencia de una conspiración sideral.
Ni una cosa ni la otra. Ni los casos Ballena Blanca, Malaya e Hidalgo y los sucesos sangrientos que alguna vez enlutaron las calles de Marbella fueron un invento de Telecinco, ni esta ciudad es una versión moderna del Chicago de los años 30. Es verdad que Marbella no debe tolerar que las televisiones la mancillen continuamente, ni los ciudadanos permitir que se desconfíe de su honorabilidad sólo porque viven o trabajan aquí. Pero también es cierto que la teoría de la conspiración en la que Jesús Gil cimentó el aislamiento institucional con el que se llenó los bolsillos tiene aún alguna supervivencia en cierto gilismo sociológico que se cierra en banda a la autocrítica, porque ello supondría asumir parte de la responsabilidad en la catástrofe de los últimos años.
Hay problemas en Marbella, muchos de ellos derivados de su irrenunciable condición cosmopolita y de destino imprescindible del turismo mundial. Pero no los sufre en exclusiva, pese a que a veces pareciera lo contrario. Es más, algunas ciudades a las que la corrección política veta la crítica están en una situación mucho más preocupante que la de Marbella, aunque las televisiones tengan sus focos mirando hacia aquí. Es el caso de Barcelona, ciudad a la que se refieren los cables publicados la semana pasada.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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