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Héctor Barbotta

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Zoido, Del Nido y Marbella

Aunque puedan considerar como una victoria la decisión de la Audiencia Provincial de Málaga de no aplicar medidas cautelares y de momento no vayan a entrar a la cárcel, José María del Nido y Julián Muñoz siguen siendo las mismas personas que hace menos de un mes fueron condenadas por saquear las arcas del Ayuntamiento de Marbella. Se puede compartir o no la decisión tomada  el pasado viernes por el tribunal del caso, pero esa decisión no quita una coma a la sentencia por la que ese mismo tribunal condenó a ambos personajes, y a siete más, a graves penas de prisión por quedarse con el dinero de los vecinos de Marbella.
Por ello, debería decirse que ha sorprendido la afirmación del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, de que no tendrá inconveniente en sentarse en el palco del estadio Sánchez Pizjuán junto a Del Nido, presidente del Sevilla Fútbol Club y también, según la sentencia, un delincuente que se ha llevado dinero del Ayuntamiento de Marbella, al que debe devolverle 2.786.607,34 euros.
Podría decirse que sorprende que el alcalde de Sevilla haya dicho con tanta claridad que se sentará junto al saqueador, al cómplice de Julián Muñoz, pero no seríamos sinceros. No sorprende, aunque Zoido tendría motivos para no sentarse junto a una persona condenada por robarle a un Ayuntamiento. Primero, porque es alcalde  y resulta difícil imaginárselo sentado en un palco junto a quien hubiese entrado a saco en las arcas de su propio ayuntamiento. Segundo, porque comparte partido con la alcaldesa de la ciudad esquilmada. Tercero, porque es juez, y a un juez, aunque esté temporalmente en excedencia para dedicarse a la política, se le supone cierto respeto por la ética y la estética de la legalidad. Y cuarto, porque además de alcalde es presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, y por lo tanto representa a todos los ayuntamientos, incluido el de Marbella, el ayuntamiento despojado, entre otros, por su compañero de butaca en el estadio Sánchez Pizjuán.
Pero no sorprende porque hace tiempo que conocemos que el relativismo moral está firmemente instalado en la actividad política, y lo que es bueno o malo no se decide a partir de unos valores, sino de la rentabilidad mediática, de la conveniencia inmediata, del oportunismo electoral, aunque sea ese un oportunismo miserable. Y una buena foto del alcalde presidiendo una cita deportiva, aunque sea sentado junto a un delincuente sentenciado por robarle a un ayuntamiento, vale más que hacer el ejercicio de moral, de decencia y de solidaridad con quienes han sido robados que cabe exigirle a todo cargo público.
Lo que sí sorprende es escuchar a Zoido justificarse en que no hay que precipitarse, ya que con un recurso pendiente ante el Supremo, a Del Nido le cabe la presunción de inocencia. Principio que aplica a una persona ya condenada aunque él nunca se haya prestado a emplearlo con los sospechosos en los casos judiciales que afectan a sus adversarios políticos. Claro que no es lo mismo un adversario sospechoso que un amigo condenado. Sobre todo si el amigo preside un club de fútbol que mueve miles de voluntades dóciles a las puertas de una convocatoria electoral.

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Sobre el autor

Licenciado en Periodismo por la UMA Máster en Comunicación Política y Empresarial Delegado de SUR en Marbella


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