Seguramente no sea porque avergonzarnos a todos desde el sillón de la Alcaldía le pareció insuficiente y ahora intente continuar desde el banquillo de los acusados, sino porque no sabe expresarse de otra manera. Pero el espectáculo con el que Marisol Yagüe nos obsequió esta semana durante su declaración en el juicio por el ‘caso Malaya’, y especialmente con el careo que mantuvo con Juan Antonio Roca, tardará en borrarse de nuestra memoria. Quienes prefieren olvidar que esta mujer fue hasta hace apenas seis años alcaldesa de Marbella también tuvieron su dosis de bochorno. Oportuna, para no perder la memoria.
No tanto por ese alegato victimista en el que se vino arriba arremetiendo contra la operación policial y judicial que acabó con su carrera política y simultáneamente con 15 años de indecencia en el Ayuntamiento de Marbella, sino, sobre todo, por el diálogo cargado de expresiones de afecto que mantuvo con Juan Antonio Roca en el que, sin embargo, uno explicaba que la había sobornado y la otra negaba haber recibido dinero.
-No puedo estar de acuerdo en el sentido de que diga Marisol que yo no le he entregado nunca dinero, porque en eso lo mantengo aquí. Lamento profundamente, cariño, disentir contigo, porque sabes que te tengo mucho cariño…
–Y yo te defiendo, pero…
–Es cierto que siguiendo instrucciones de Jesús Gil yo entregué a Marisol Yagüe, a Isabel García Marcos y a Carlos Fernández una serie de cantidades que venían acordadas por Jesús Gil con Carlos Fernández para que no abandonaran el equipo de gobierno y no se quedaran en minoría (…)
– Yo le digo a usted que no ¿Yo te he pedido alguna vez dinero, Juan Antonio, para algo? ¿Te he pedido dinero, hijo?
– Tú me has pedido dinero para lo del médico, y para lo del piso que efectivamente no te lo di. Y tengo que decir que es cierto, Marisol, que tú no me has pedido a mí dinero. Pero yo tengo que decir que aunque tú no me hayas pedido, yo te he dado por indicaciones de Jesús Gil.
Algún distraído podría suponer, por esas expresiones cariñosas y por el lenguaje corporal que demostraba una antigua confianza, que la vieja complicidad ha sobrevivido hasta el juicio, pero en realidad lo que se vio fueron versiones antagónicas ante el tribunal que deberá decidir si envía a ambos, o a uno de ellos, durante largos años a la cárcel. Versiones que se desprenden de estrategias de defensa enfrentadas que consisten en intentar salvarse a costa del antiguo cómplice. En realidad, lo que quisieron decir no es muy diferente de esto:
– Yo te soborné, cariño. Y si confieso puede ser que el tribunal se apiade de mí.
– La principal prueba que tienen contra mí, hijo mío, es tu contabilidad. Húndete tú solito y no me lleves contigo, aunque estés desesperado y hayas pactado con el fiscal para reducir tu pena a cambio de involucrarnos a nosotros.
Detrás de las palabras
Y es que a veces hay que ver qué hay detrás de las palabras antes de emitir una opinión sobre lo que se ha oído.
Por ejemplo, hace apenas unos días se escuchó con satisfacción que desde el Ministerio de Fomento se modificaba la propuesta del anterior gobierno y se pedía a Europa prioridad para el tren litoral dentro de los trazados ferroviarios que se financiarán con ayudas comunitarias. Pero eso sí, sin plazos concretos y, sobre todo, sin presupuesto del Gobierno. Algo así como
– Vale, cariño. Yo dibujo en el mapa el trazado que tu quieras, pero no me pidas que te diga cuándo vamos a empezar las obras. Y sobre todo, no me pidas dinero.
Algo parecido al amor eterno que los gobiernos socialistas juraron al tren litoral durante 12 largos años, aunque se hayan ido unos y otros estén a punto de hacerlo sin jamás haber consumado ese amor.
Un sentimiento similar al que el Partido Popular ha mostrado siempre hacia los empresarios del sector turístico, y de ahí esa promesa de formalizar el cariño con una bajada del IVA a los productos turísticos, promesa con la que ha venido adornando los oídos de los empresarios durante sus ocho años en la oposición.
Ahora ha llegado la hora de formalizar ante el altar del Ministerio de Hacienda, pero esta semana el titular de Industria, José Manuel Soria, se mostró remolón en su visita a la Costa del Sol.
-Es verdad que el PP había planteado la reducción del IVA pero no lo hemos hecho porque en este contexto es fiscalmente imposible. Te amo, cariño mío, pero tendrás que seguir esperando. Aunque sé que es ahora cuando más me necesitas.
También Javier Arenas viene expresando ese mismo cariño desde hace tiempo. Y como muestra de ese amor formuló años atrás su promesa de que el día que llegara a ser presidente andaluz la Consejería de Turismo se instalaría con armas y bagajes en la Costa del Sol. Hace unos días, con la victoria electoral al alcance de la mano, matizó la propuesta –¡ay de aquellos malpensados que creen que Javier es de esos a quienes les asusta el compromiso!– pero ayer volvió para formalizar su propuesta. Su promesa de amor eterno.