A pesar de que la campaña electoral que acaba de comenzar es la más interesante de cuantas se han celebrado en la historia de la autonomía andaluza, más aún después de que la encuesta del CIS enseñara qué abierto está el partido que queda por jugarse y qué incierto es el resultado, los últimos días no han sido precisamente una invitación a acudir a las urnas. Ver a los principales partidos echándose a la cara mutuamente comportamientos idénticos en el escándalo de la apropiación de dinero público para pagar cursos de elite para sus dirigentes ha constituido una afrenta en toda regla a los ciudadanos que sufren en la piel de sus hijos el deterioro continuo de la educación pública y en la propia, una política de obligada austeridad que quienes mandan se resisten a aplicarse a sí mismos.
Sin embargo, no debe perderse de vista que estamos frente a uno de esos escasos momentos en los que la ciudadanía tiene a su alcance la posibilidad de conseguir que ante ella se contraigan compromisos cuyo eventual y probable incumplimiento futuro al menos saque los colores a quienes hoy nos saludan desde los carteles electorales con sonrisa impostada y acuden a los mercados a besar niños con un saco lleno de promesas.
Por eso, y porque posiblemente no estemos en mucho tiempo ante una oportunidad similar, ha llegado el momento de comportarnos como ese profesor inflexible que no se conforma con la primera respuesta y sigue preguntando hasta desnudar las flaquezas del examinado. Y en este caso la pregunta es cómo. No qué piensa hacer usted si llega al poder, sino cómo piensa hacerlo.
No basta con que se diga que Marbella necesita más plazas escolares, es necesario que se explique cómo van a crearse en estas épocas de vacas flacas.
Los usuarios de la sanidad pública ya saben que es una vergüenza que el CHARE de Estepona no se haya comenzado, como saben también que las obras de ampliación del Hospital Costa del Sol están paralizadas sin que la consejera haya tenido la dignidad de explicar que la operación de financiarlas a través del aparcamiento de pago le ha fallado. La pregunta es cómo se retomarán esos proyectos. De dónde saldrá el dinero para pagarlos.
Sobrarán las anécdotas familiares sobre hijos de candidatos que tuvieron que acudir un verano al ambulatorio de San Pedro tanto como las soflamas sobre los avances conseguidos por la sanidad pública andaluza si no se explica cómo y dónde se harán los nuevos centros de salud que Marbella necesita.
Tampoco será suficiente con que vengan los candidatos a fotografiarse delante del parque de los Tres Jardines; unos para vanagloriarse de la inversión realizada, los otros a lamentar que aún no se haya abierto al público. Deberán explicar cuándo dejará de estar cerrado y, sobre todo, cómo se pagará su mantenimiento.
Sobrarán los discursos grandilocuentes sobre la importancia del turismo para la economía andaluza y la importancia de Marbella para el turismo si no se explica cómo se va a fortalecer al sector tras la promesa incumplida de bajar el IVA y el anuncio de recortar también en la partida de promoción.
Sobrará cualquier referencia a que Marbella es la única ciudad española de más de 100.000 habitantes por la que no pasa el tren, o la reivindicación de cómo ha cambiado el turismo en la Costa del Sol desde que el AVE llegó a Málaga si no vienen acompañadas de un compromiso con plazos y una explicación acerca de cómo se financiará, si no se abandona, el proyecto del tren litoral.
Sobrarán, en síntesis, las tomaduras de pelo. La crisis nos ha hecho mayores y éste es el momento de pedir concreciones.