“Ni Andratx es Marbella, ni Mallorca es Marbella, ni las islas Baleares son Marbella”. Con esta frase quiso dejar claro que la única ciudad de España donde existía corrupción política institucionalizada estaba en la Costa del Sol, y no en las islas privilegiadas por el buen trato de la prensa, las regatas de postín y las vacaciones reales.
La policía acababa de desarticular la banda que mandaba en el Ayuntamiento de Marbella, sus últimos alcaldes estaban en prisión, las televisiones alimentaban el mito de una ciudad donde todo estaba perdido y cualquier paralelismo que se aventuraraera una comparación absurda, injusta y exagerada, ya que la corrupción no era «la conducta generalizada de las islas Baleares».Meses más tarde, después de atribuir todos esos ataques oportunistas a una mala interpretación del mensajero, se permitió también poner a las islas como ejemplo del control del número de plazas hoteleras frente al exceso de hoteles que, en su opinión, se habían construido en la joya de la Costa del Sol.
Se desconoce si las declaraciones que pretendían estigmatizar a Marbella para salvar la propia cara las hizo desde algún palacete construido con dinero público, pero lo que ya sabemos es que las que hizo desde el banquillo de los acusados no han convencido al tribunal que lo juzgaba. En la primera de sus 21 causas pendientes con la justicia, el expresidente balear Jaume Matas ha sido condenado a seis años de cárcel.
No irá solo. Le acompañarán uno de sus colaboradores, el dueño de una agencia de publicidad y el periodista Antonio Alemany, un sujeto que se saltó todas las normas de la deontología profesional y concertó un contrato irregular para escribirle los discursos del presidente condenado a cambio de jugosos honorarios. 650.000 euros pagados con dinero público. No viene escrito, pero el acuerdo incluía los desmedidos elogios que el periodista dedicaba a esos mismos discursos en el diario donde ejercía de articulista. Como se ve, la jugada era redonda y la estafa, múltiple.
Entre los estafados están los lectores que de buena fe habrán creído esos elogios y que a buen seguro estarán esperando una explicación.