Las urnas de Marbella recibieron el pasado domingo casi siete mil sufragios menos que en las elecciones generales del 20 noviembre. Cinco mil de esos votos eran del Partido Popular. Resultados demasiado contundentes como para ignorar que para los populares fue más fácil convocar a votarles para echar a Zapatero de la Moncloa que para que pusieran a Javier Arenas al frente de la Junta de Andalucía. La baja participación, tradicional enemigo de la izquiera en general y del PSOE en particular, ha conspirado en esta ocasión contra los intereses del PP.
La abstención, del 46 por ciento, fue nueve puntos más alta que con las generales de hace cuatro meses y 15 más que en las autonómicas de 2008.
Frente a la pérdida de más de cinco mil votos experimentado por el PP, los socialistas bajaron muy ligeramente en sufragios, aunque beneficiados por la abstención vieron subir su respaldo porcentual en más de tres puntos. Sin embargo, todavía se sitúan a gran distancia de los populares, mayor incluso que la de cuatro años atrás. Las celebraciones del domingo por la noche ya deberían haber dejado lugar a una reflexión sobre lo lejos que se encuentran de ganar unos comicios en Marbella. Todavía los separan más de 13 puntos.
Izquierda Unida, con mil votos más que hace cuatro meses pese al aumento de la abstención, es el único de los tres grandes partidos que consiguió aumentar su respaldo. Todo lo contrario que UPyD, que con 1.100 votos menos ha visto desinflarse las expectativas animadas durante las pasadas generales.