Bastó conocerse que Izquierda Unida controlaría la Consejería de Turismo para que afloraran temores atávicos. Muchos de quienes recordaron prejuicios de algunos dirigentes de IU frente a la clase de turismo en la que Marbella destaca mostraron prejuicios de factura propia, olvidando la lógica de que si el comunismo está agotado el macartismo debe estarlo también.
Más allá de las reservas ideológicas que legítimamente cualquiera tiene derecho a mantener en relación con la adscripción del nuevo consejero, no debería olvidarse que la fuerza a la que pertenece ha estado siempre en primera línea frente al vaciamiento y el cierre de los hoteles de cinco estrellas de Marbella y en defensa de sus puestos de trabajo. No es mal punto de partida.
Por eso, alguien debería explicar por qué alguien de IU al frente de Turismo va a ser peor para la Costa del Sol que alguien del PSOE.
El nuevo consejero merece una oportunidad al margen de prejuicios. Y lo inteligente es dársela.