DE todas las consecuencias que está teniendo la crisis, las que más deberían preocuparnos son las que generan efectos permanentes: Las familias que se quedan sin vivienda, los expulsados para siempre del mercado de trabajo, el talento desperdiciado de quienes no consiguen plasmar en experiencia el esfuerzo dedicado a formarse, el desarraigo de quienes optan por buscarse la vida a miles de kilómetros. También el retroceso democrático.
La crisis no solo está poniendo a prueba la capacidad de adaptación a las dificultades, también pone a prueba las convicciones de cada uno. Aupada en las restricciones presupuestarias, pero también en el desprestigio de una casta política a la que pertenece, la presidenta de Castilla la Mancha ha decidido quitarle el sueldo a los parlamentarios de su comunidad. Como su equipo cobra como gobierno, lo que hace es quitarle el sueldo a la oposición. Es más cómodo trabajar si el que tiene que controlar y plantear alternativas solo cuenta con sus ratos libres. Es como medir a un equipo de profesionales con otro de aficionados. No se trata de un modelo que desconozcamos por estos lares: en ayuntamientos como los de Marbella o Estepona no hay ediles rentados en la oposición.
El sistema es perverso en un triple sentido. Primero porque restringe el acceso a la actividad política a quienes necesitan trabajar para vivir. Así solo podrían aspirar a representar a los ciudadanos los potentados y sus mantenidos. Es lo que podríamos llamar el ‘modelo Cospedal’ de participación política.
Segundo, porque el argumentario para justificar la medida confronta vocación con remuneración. Siguiendo el hilo también se podría exigir a médicos, policías o maestros que trabajaran gratis, aunque ahora es mejor no dar ideas,
Y sobre todo por la gran falacia que supone ahorrar en sueldos de parlamentarios mientras no se acaba con la discrecionalidad en las contrataciones, con las dietas abusivas, con la superposición de competencias para inflar las plantillas de las instituciones, con los cargos que cobran de la administración y trabajan para el partido y con la utilización de recursos públicos para rescatar bancos y autopistas ruinosas.
Hurtarle el chocolate al loro no es una forma de ahorro. Es una forma de engaño.